• Frenar al coronavirus depende de “todos”

    El Dr Luis-Pedro Artola Pérez reflexiona sobre el coronavirus, el medio ambiente y las zoonosis causantes de nuevos virus.

    El Autor

    Luis-Pedro Artola Pérez

    Médico y periodista

    El mundo está haciendo frente al coronavirus y durante estos últimos meses toda la comunidad científica trabaja para resolver las muchas dudas generadas aún por este virus y poder mejorar su tratamiento. No obstante, el fin último es encontrar la vacuna que nos proteja contra el COVID-19 y evitar nuevos brotes del que se ha convertido en el problema número uno de la salud pública mundial.

    Luis-Pedro Artola Pérez coronavirus
    El origen del coronavirus se busca entre un murciélago y un pangolín.

    El ser humano y sus acciones sobre otras especies y su hábitat impulsa la extensión de ciertos virus desde los animales

    Pero para poder ejercer un total control sobre este virus y otros que puedan llegar no sólo deberemos contar con la encomiable labor de los investigadores sino que la buena salud de la humanidad también dependerá de la misma sociedad y, sobre todo, de sus actuaciones. Y es que de éstas, de las actuaciones del ser humano podremos beneficiarnos todos los que convivimos en este planeta.

    Si no nos hemos puesto antes de acuerdo, quizá sea hora de hacerlo. Lo agradeceremos todos, lo agradecerá la Tierra.

    El medio ambiente se compone de todo un ecosistema que tenemos que proteger y no interferir en él. En esto todos los científicos están de acuerdo, como la investigadora del Instituto One Health de California, Christine Johnson, autora de un estudio publicado en la revista Royal Society Proceedings B. En éste, considera que el ser humano y sus acciones sobre otras especies y su hábitat impulsa la extensión de ciertos virus desde los animales.

    En la misma línea inciden otros expertos como Nicholas A. Robinson, gobernador ejecutivo del Consejo Internacional de Derecho Ambiental, según el cual actividades como la deforestación, la expansión de la agricultura o el comercio de animales salvajes altera la composición normal de los virus y favorece que puedan superar la barrera de especie. Desde hace tiempo, las altas instituciones sanitarias mundiales se han esforzado por endurecer las recomendaciones y actuaciones para fortalecer la salud global.

    “Un solo planeta, una sola salud, un solo futuro”

    Sin embargo, no siempre se han aplicado las normas de forma contundente desde los distintos Gobiernos ni han sido tomadas muy en serio, quedando muy lejos la premisa inicial de los foros expuestos en Berlín con la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre de “un solo planeta, una sola salud, un solo futuro”.

    Zoonosis

    Hay que reseñar que aproximadamente un 75% de las nuevas enfermedades infecciosas que afectan a los humanos tienen un origen zoonótico por lo que queda claro que el escenario epidemiológico es de suficiente magnitud como para actuar todos en conciencia. En este contexto el comercio de fauna silvestre es el que ha suscitado mayor polémica a nivel internacional, convertido en uno de los posibles caldos de cultivo para futuras pandemias.

    Es por ello que desde la OMS se ha recordado que la zoonosis en la que está implicado este nuevo coronavirus, podría prevenirse en el futuro si se imponen “estrictas prohibiciones en la venta y comercio de vida salvaje como alimento” y se aseguran mejoras en la higiene de los mercados.

    Patrones de consumo

    Esto implica también en parte cambiar radicalmente nuestros patrones de consumo. Para ello, ya se trabaja en el desarrollo de una red internacional de vigilancia, de una guía para la actuación y protección adecuadas de los mercados, en conjunto con la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

    Quizá la conciencia global haya experimentado cambios desde que el Covid-19 se presentó ante nosotros para quedarse.

    En este tiempo han sido innumerables los episodios de solidaridad y unión entre todos. Y ello facilitará que trabajemos en un mismo sentido del itinerario fijado y pueda traducirse en mejores acuerdos y mayores inversiones económicas, sociales y sanitarias a favor de una mejor convivencia con nuestro ecosistema. Porque esto nos afecta a todos.

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