Se jubilan demasiados compañeros

Reflexión del Dr Martín Ros sobre una jubilación que estrecha el cerco

Se están jubilando demasiados compañeros y eso no me gusta nada. Primero porque pierdo en mi entorno laboral gente a la que de verdad aprecio, pero sobre todo porque veo acercarse a pasos agigantados mi propia retirada, que siempre vi lejana en el tiempo.

Pasar a la reserva

Aunque pasar a la reserva sea un término estrictamente militar, es una buena definición de aquellos que, de estar en el equipo titular, pasan al banquillo como paso previo a quedarse sin equipo.

Me quedan aún unos pocos años de briega, pero he de reconocer que los dos últimos han resultado ser largos, en ocasiones demasiado largos. Estrés emocional, listas de pacientes interminables, multitud de llamadas telefónicas, malas perspectivas y miedo al contagio, sobre todo durante el primer año sin vacunas.

Todo es efímero

Por el camino se han quedado compañeros y hemos aprendido algo que yo ya sabía, que todo es efímero. Ni las críticas ni los aplausos deben ser tomados en serio, las primeras por carecer de fundamento y basarse en el desconocimiento, y los segundos porque fueron motivados, más que por agradecimiento sincero, por ofrecer un mensaje de aliento: “aguantad lo que sea necesario que para eso estáis”.

Y claro que aguantamos. Y seguiremos dispuestos a aguantar lo que el futuro nos depare.
En efecto, nadie podrá decir que durante la pandemia, que ahora ya se ve con cierta distancia, no nos batimos el cobre sin escatimar tiempo y esfuerzo.

Ejemplo de profesionalidad y entrega

Ahora es obligado agradecer de corazón a los compañeros que se jubilan por su actitud y su trabajo, porque al final de su vida laboral -y con los riesgos que conllevaba su avanzada edad y en la mayoría de los casos la coexistencia de patologías previas-, supieron dar ejemplo de profesionalidad y entrega durante la pandemia, con pocos recursos, mucha incertidumbre y el plus del miedo remunerado en su nómina, aunque dicho plus no figurase en ella.

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