• Una hellinera de 19 años: donante número 67.000

    Soledad Palacios Clemente ha cumplido su sueño. A sus 19 años, ya forma parte de la Hermandad de Donantes de Sangre de Albacete. La coincidencia ha querido que la joven hellinera se convierta en la donante número 67.000.donante_67.000

    Hoy la hermandad cuenta sus donantes en decenas de miles, pero en el año 1993, la Hermandad de Donantes de Sangre aún se planteaba la meta de los 2.000 donantes activos. La sangre ya estaba garantizada para toda la ciudad, pero era necesario llegar a los sanatorios. Cuando la Hermandad llegó al antiberculoso, el desaparecido Hospital de Los Llanos, las monjas de La Merced les explicaron que se abastecían de sangre gracias a Pepico, el de las gaseosas de la Estación, que vendía su sangre para ir tirando.

    Y es que hubo un tiempo en el que sangre, bien escaso, se compraba. Hasta que el 1 de abril de 1971 nacía la Hermandad de Donantes de Albacete. Desde entonces, siempre ha hecho falta sangre, pero nunca ha faltado. Sus fundadores aún recuerdan cómo en los comienzos los donantes eran capaces de responder a una llamada a las cuatro de la madrugada. Si era necesario, aparecían en pijama y con el brazo extendido. Todo empezó en los pasillos de la antigua Residencia, hoy Perpetuo Socorro, donde trabajadores del Banco Español de Crédito (Banesto) pasaron de administrar los ahorros de los albaceteños por las mañanas a garantizarles la sangre por las tardes.

    La sangre se obtenía de los familiares del enfermo o pagando, pero sin reconocimiento médico, se ponía el brazo y punto. La casualidad, la suerte, la providencia o todas a una quisieron que Blas González, empleado del Banco Central, estuviera presente en una reunión de los jefes de servicio de la Residencia. José Martínez, jefe de Ginecología, saltó y dijo que tenía a una mujer de Nerpio que iba a morir desangrada antes de que llegaran los familiares. Ante esta injusticia, Blas consiguió movilizarlos a todos y el jefe de Pediatría, Ramón Palencia, se comprometió a hablar con Zaragoza para saber qué había que hacer para fundar una hermandad. La historia de Nerpio no podía volverse a repetir. Todos los presentes acordaron presionar a la dirección del hospital para que Madrid diese las autorizaciones pertinentes.

    La historia de los donantes está ligada a los trabajadores de Banesto

    Aquello empezó a rodar con dos médicos principiantes, los doctores Mariano Espinosa y Antonio Martínez, y los empleados de banca Carlos Morales (tesorero), Ángel Alcaide (secretario general), Miguel Muñoz (vicepresidente) y Blas González (presidente). Un joven Jesús Igualada, con sólo 14 años, se hizo cargo de la Sección Juvenil.

    Mención aparte merece la presidenta de la Hermandad de Donantes de Sangre, Mari Carmen de Huéscar, alma de esta organización en el presente y en el pasado.