El oftalmólogo José Ramón Villada cuenta su experiencia como paciente de la sanidad pública después de superar un infarto
Aquel dolor ya no era normal. Más por su persistencia que por su intensidad. Mis peores fantasmas danzaban a mi alrededor. Me acerqué al centro de salud y sabía lo peor en cuanto la enfermera me puso los electrodos y derivaciones, y aparecieron esos extraños garabatos mientras el papel se movía. Poco después, la doctora que estaba de guardia me lo confirmó: “Hay elevación del segmento S-T en las derivaciones V3 a V6… estás teniendo un infarto”.
Hacía tiempo que lo estaba esperando
No es que me pillara de sorpresa. Hacía tiempo que lo estaba esperando. En mis conversaciones con mi propio corazón, este me había confesado que me fallaría en un momento determinado. Yo le había pedido dos cosas: la primera que no me ocurriera en África, la segunda que fuera un proceso rápido.
Unas semanas antes de que el infarto ocurriera, sabía que estaba cercano. Fue en el momento que el que el reloj de arena, que yo volteaba una y otra vez en mi habitación, se rompió. Le dije a mi mujer: “algo malo va a ocurrirme”.
CORECAM
En el momento que la doctora pronunció la frase “hay elevación del S-T” un resorte, que en Castilla-La Mancha se llama CORECAM, saltó y precipitó todos los siguientes acontecimientos de manera muy rápida.
El 112 estaba conmigo en menos de cinco minutos. Me dieron una serie de comprimidos y en una silla de ruedas me sacaron del centro de salud y me trasladaron a una ambulancia, que con la sirena puesta me condujo al Hospital General.
En el trayecto, el médico de urgencias me hizo un ecocardiograma. No recuerdo su nombre pero fue muy amable. Iba explicando las distintas características de la prueba a un estudiante o residente.
Al llegar al Hospital, me condujeron directamente a Hemodinámica. Durante el trayecto, ves las luces del techo pasar y te recuerdan las películas de hospitales, solo que esta vez el actor eres tú.
Me cambiaron a la camilla donde me iban a hacer un cateterismo. En ese momento te quitan toda la ropa y te cubren con una sábana. Te das cuenta de que tu cuerpo ya no te pertenece, solo vas a hacer los movimientos que te digan, pero está en manos de otros.
El cateterismo
Tu mente sí es todavía tuya, y todos los mecanismos que se mueven dentro de ella…, o tú eres de tu mente, no sabría decir cual de las dos opciones es la correcta.
El doctor que iba a realizar el cateterismo se presentó, creo que el era el Dr Navarro. Me pareció seguro de sí mismo.
No sé cuanto tiempo duró, quizás más de lo habitual porque el primer intento de introducir el catéter, por el brazo derecho, no fue exitoso, y hubo que cambiar al brazo izquierdo.
El tiempo parecía no correr, aunque a mí se me hizo corto. Todo el mundo en aquella habitación parecían saber muy bien lo que estaban haciendo y actuaron con una profesionalidad increíble.
Es extraño sentir el catéter progresar por tu brazo y la sensación de calor cada vez que te inyectan anestesia.
Dentro de mi corazón
De repente, allí están, dentro de mi corazón, con lo difícil que me ha sido toda la vida dejar que la gente penetrara allí.
Me explicaron sobre la marcha que tenía una coronaria obstruida, la descendente anterior, y que iban a introducir un globo para dilatarla y un stent para mantenerla abierta.
Por un pequeño monitor situado a mi izquierda pude presenciar todo el procedimiento, boquiabierto, alucinando por todo eso estaba pasando dentro de mi propio corazón.
No pasé miedo. Por alguna razón confiaba ciegamente en aquellas personas que habían tomado el control de mi cuerpo. Mi corazón también atendió mis peticiones, no había ocurrido en África y había sido todo muy rápido.
Desde ahí, tres noches en la UCI y dos en planta. Ahora en casa, reflexionando sobre todo lo ocurrido y sobre mi vida futura. Inmensamente agradecido a todas las personas que me han atendido, médicos, personal de enfermería, TCAE, limpiadoras, etcétera.
Los mejores profesionales de la sanidad del Mundo
No tenemos la mejor sanidad del Mundo, como nos han querido vender. Siempre me he reído de esta frase porque he vivido en otros países y dista mucho de la realidad. Pero sí, antes y ahora, estoy convencido que tenemos los mejores profesionales de la sanidad del Mundo. Personas que reciben una buena formación, pero que llegan a ser tan buenos porque se preocupan de su reciclaje y actualizan constantemente sus conocimientos, a expensas de su propio bolsillo, cuando es la Administración quien debería hacerse cargo de esta formación.
No puedo olvidarme que el médico de urgencias que me atendió me dijo que el ecógrafo portátil que estaba usando se lo había tenido que costear él mismo.
Somos seres muy, muy frágiles
Para concluir, y esto no es algo nuevo, hay que vivir y disfrutar de cada instante, ser tú mismo sin condicionantes, aprovechar cada momento y escuchar las señales que se nos envían. Somos seres muy, muy frágiles.
Al Dr Carlos Lafuente
Dedicado a todos los profesionales que me han atendido, y, en especial, al Dr Carlos Lafuente, jefe del servicio de Cardiología, y a su apretón en el hombro al despedirme, lleno de calidez.