• Alzhéimer, más allá de las necesidades físicas

    Reivindicamos el papel de la Psicología en la enfermedad de Alzheimer tanto en la evaluación como en la intervención con pacientes y cuidadores

    El Autor

    Jesús Escobar Real

    Psicólogo y miembro de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha

    Desde el Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha nos sumamos a la conmemoración del Día Mundial del Alzhéimer, que se celebra cada año para informar y sensibilizar a la población general sobre esta enfermedad, que afecta a un número considerable de personas y cuyas repercusiones van más allá de las necesidades de asistencia puramente físicas, ya que la persona que sufre la enfermedad presenta a su vez una serie de necesidades psicológicas que precisan ser atendidas de forma temprana, para retrasar el mayor tiempo posible las limitaciones.

    Reivindicamos el papel de la Psicología en la enfermedad de Alzheimer, en la evaluación y en la intervención con pacientes y cuidadores

    La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurocognitivo mayor que afecta al cerebro y que produce alteraciones de memoria como síntoma nuclear junto con otras alteraciones cognitivas y que tiene una repercusión importante en la vida diaria de la persona, que progresivamente pasa a necesitar cada vez más ayuda para su cuidado personal. A estos síntomas se añaden los Síntomas Psicológicos y Conductuales, que también requerirán de intervención y que producen gran malestar en el paciente y su entorno.

    Según datos de la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), esta enfermedad es la principal causa de demencia, representando hasta el 70% de los casos. Igualmente, nos alerta de que en España hay 1.200.000 personas afectadas y más de 5.000.000 de personas entre quienes la sufren y sus cuidadores familiares.

    “Integrando la Innovación”

    La Organización Mundial de la Salud instituyó en 1994 el 21 de septiembre como día conmemorativo de esta enfermedad. CEAFA plantea este año el lema “Integrando la Innovación”, queriendo hacer hincapié en que esta patología requiere cada vez de más tipos de intervenciones, debido a la heterogeneidad de pacientes y las casuísticas diferentes de cada paciente y cada familia que acompaña. Varias de estas innovaciones ponen de relieve la necesidad de investigar y fomentar la aplicación de terapias No Farmacológicas, así como la innovación en la concienciación social e investigación, donde sin duda la Psicología tiene un presente y un futuro muy determinante.

    Otro de los mensajes de este año pasa por la petición de adaptar la Ley de Dependencia a las necesidades de las personas más jóvenes que sufren una demencia precoz, o de inicio antes de los 65 años.

    En estas personas, y también las personas mayores que la padecen, la enfermedad ha cambiado sus vidas y se hace necesario establecer propuestas y recomendaciones de atención, que pasan por el necesario abordaje integral de la enfermedad, donde por supuesto los psicólogos debemos estar muy presentes.

    Diagnóstico precoz

    El alzhéimer se manifiesta por la presencia de síntomas muy poco perceptibles, que aparecen de forma progresiva y que al principio tanto la familia como la persona afectada asocian a olvidos y despistes benignos o asociados a la edad. Son tan discretos que no se les atiende. De forma repentina empeoran, suponiendo un gran impacto emocional para la persona que recibe el diagnóstico y una intensa sensación de incertidumbre en el entorno. Por ello se hace imprescindible el correcto diagnóstico precoz así como el acceso a las terapias no farmacológicas más efectivas.

    De igual manera, un abordaje interdisciplinar de las alteraciones psicológicas y de comportamiento, así como de los cambios de personalidad y carácter puede aliviar el estrés que sufre el entorno, en especial las familias, y más concretamente la persona cuidadora principal. Por todo ello, reivindicamos el papel de la Psicología como disciplina que aporta beneficios tanto en la evaluación como en la intervención, tanto con pacientes como con cuidadores.

    Neuropsicología

    En este sentido, se hace imprescindible la labor de la Neuropsicología, tanto en la evaluación como en la intervención, como se puso de manifiesto en las últimas Jornadas de Psicología y Sociedad organizadas por el Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha. En la valoración, la Neuropsicología valora el estado de la atención, función ejecutiva, aprendizaje, memoria, lenguaje, funciones visoespaciales y visoconstructivas y cognición social. Igualmente valora el impacto funcional y conductual de todas estas alteraciones y propone intervenciones cognitivas para la rehabilitación o retraso en el deterioro de estas funciones.

    Envejecimiento activo

    De igual forma, abogamos también por nuestro papel como psicólogos y psicólogas de la intervención social y gerontológica, en el diseño y realización de programas de envejecimiento activo, programas de promoción de la salud, de estimulación de la memoria y otras capacidades cognitivas así como de terapias de aproximación emocional que puedan ser aplicadas tanto en la práctica privada como en diferentes contextos, donde cada vez más nuestra presencia está siendo más relevante, con la incorporación de profesionales de la Psicología especializados en la atención integral a las personas adultas mayores.

    Para ello, este año el Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha ha editado una guía de intervenciones psicológicas eficaces en alzhéimer, adaptada a cada contexto donde es posible nuestra aportación.

    Un comentario

    1. Isidoro Jiménez Rodríguez

      Otro punto de vista.
      ¿Y SI DEJAMOS LA ATENCIÓN DEL ALZHEIMER PARA LOS PROFESIONALES CLÍNICOS?

      Entiendo que poner mil etiquetas a una enfermedad compleja como es el alzheimer, poco contribuye al abordaje de sus necesidades reales, si no hay una dotación adecuada de profesionales y recursos sanitarios. Parto de que la psicología, no es una profesión sanitaria. La intervención del psicólogo, con especialidad clínica, una ínfima parte de estos, debería limitarse a casos muy puntuales dentro de la salud mental, nunca generalizarse. Y ello en base a las nefastas consecuencias que ha tenido la psiquiatrización de la atención síquica, a lo que ahora uniríamos la no menos nociva psicologización de la misma.
      Solo hay que acercarse al mundo de la salud mental para percibir el estado de involución y atraso de esta parcela sanitaria en relación con otros ámbitos asistenciales.
      Poner nombres a síntomas o síndromes relacionados con el alzheimer les puede resultar tentador y fascinante a los psicólogos. Pero antes de plantearlo deberían conocer que se da la circunstancia de que una parte de los profesionales clínicos que atienden a estos y otros pacientes mentales, no pueden emplear una terminología profesional o hacer informes y evaluaciones clínicas propias de su cometido profesional, sencillamente porque no hay una dotación suficiente. Me refiero al personal clínico que atiende de forma constante y continua al paciente mental. Es decir, al que se le niega llevar un seguimiento de su labor en la evolución del paciente. Y muchísimo menos, se facilita que realice cualquier tipo de investigación o programa de actuación.
      Claro que se puede avanzar en el abordaje de esta y otras enfermedades síquicas, pero teniendo en cuenta las necesidades de cuidados y prestaciones sociales que requieren las mismas. Sin olvidar a los terapeutas ocupacionales.
      En una cosa si que estoy de acuerdo con el remitido anterior. Hay que actuar frente a la utilización de tratamientos farmacológicos inútiles o que no han demostrado una efectividad.
      Opino que en este estado del problema, las perogrulladas, como las referidas en el publi-reportaje precedente, están de sobra.

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