• Aprender a superar las pérdidas

    El Autor

    María José González Belmonte

    Psicóloga voluntaria de la asociación Lassus

    Nuestras pérdidas no incluyen sólo nuestras separaciones y nuestros adioses a los seres queridos, sino también las pérdidas de nuestros sueños y nuestras esperanzas irrealizables.

    Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes, universales e inevitables.

    La muerte es especialmente difícil de entender en nuestra sociedad urbana y consumista, que fomenta la ilusión de que vamos a vivir muchos años y nos lleva  a negar la realidad.

    El duelo (del latín dolus, dolor) es una respuesta normal y natural, común y dolorosa, ante cualquier tipo de pérdida y se produce cuando alguien ha sufrido una pérdida y experimenta duelo y dolor. Es una de las experiencias más duras por las que puede pasar un ser humano a lo largo de su vida.

    Normalmente, el duelo lo asociamos a la muerte pero este también puede aparecer cuando una relación (pareja, amistad,..) termina o por la pérdida de un trabajo, por ejemplo.

    ¿Cuánto dura el duelo? La duración del duelo es algo muy subjetivo; se habla de que se necesita un mínimo de un año para enfrentarse a la pérdida de un ser querido, pero en ningún caso eso significa que al finalizar el año, la persona ya se encuentre totalmente recuperada de la pérdida.

    En ocasiones, se confunde el duelo con el luto, pero no son exactamente lo mismo, ya que el duelo es la reacción emocional ante la pérdida y el luto es la reacción cultural ante ésta. Es decir, el luto es la manifestación externa de la pena y el duelo (vinculado a los rituales, tiempos de duelo y forma de vestir).

    Etapas del duelo:

    En 1969 se describieron por primera vez las 5 etapas de duelo, que fueron propuestas por Elisabeth Kübler-Ross en su libro “Sobre la muerte y los moribundos”, es una de las descripciones más conocidas sobre el tema.

    No todas las personas en fase de duelo tienen por qué atravesar las 5 etapas, y que aquellas que las atraviesan no tienen porqué hacerlo en el mismo orden.

    Se describen de la siguiente manera:

    1. Negación: es la primera etapa del duelo. Se produce cuando la persona no acepta la pérdida. En este primer momento, el mundo pierde sentido y nos abruma. Nos preguntamos cómo podemos seguir adelante. No es que estemos negando que la muerte o la pérdida se hayan producido sino que nos invade un sentimiento de incredulidad de que no veremos nunca más a la persona que amamos. Tiene una función adaptativa ya que permite amortiguar el golpe y ayuda a que el cambio en el estado de ánimo no sea tan brusco. Aún así no se puede mantener de forma indefinida.

    Si bien la negación es una parte normal del proceso de duelo es importante destacar que  si el doliente perdura durante mucho tiempo en ella puede llegar a ser perjudicial ya que al no aceptar lo que les ha ocurrido, no son capaces de enfrentar esta pérdida y seguir adelante.

    Ejemplo: “Esto no puede ser verdad”.

    1. Ira: Es la rabia y el coraje que produce saber que se ha producido la pérdida y que la situación es irreversible. Se siente resentimiento hacia la persona que nos ha dejado causando un inmenso dolor en nosotros, pero este enojo se vive con culpa haciéndonos sentir más enojados todavía. En esta etapa se tratan de buscar culpables y es fácil que se produzcan estallidos de ira, incluso hacia personas que no tienen culpa de nada y hasta contra objetos.

    Ejemplo: “¿Por qué ha tenido que morir?.

    1. Negociación: En esta etapa se intenta crear una ficción que permita ver la muerte como una posibilidad que estamos en posición de impedir que ocurra. Esta etapa puede darse antes o después de que se produzca la muerte. Se desea volver a la vida que se tenía antes de que muriera el ser querido y que éste vuelva a nosotros.

    Esta etapa de negociación es breve (la más breve de todas) ya que no encaja con la realidad y es agotador estar continuamente pensando en alternativas para aliviar el dolor.

             Ejemplo: “Dios mío, si vive voy a ser mejor persona”.

    1. Depresión: Se genera una profunda sensación de vacío por que el ser querido ya no está con nosotros. Aquí la persona se siente angustiada y afligida, ya que se enfrenta a la irreversibilidad de la muerte. En esta etapa puede ser normal que la persona se aísle más y vea difícil (o imposible) superar la tristeza que siente.

    Pero hay que tener en cuenta que la depresión es una respuesta natural a la pérdida del ser querido (no es sinónimo de enfermedad mental).

    Ejemplo: “Tendría que haber muerto yo y no él/ella”.

    1. Aceptación: Es el momento de la aceptación de la muerte del ser querido; no significa que estamos de acuerdo con esta muerte sino que se acepta que la pérdida siempre será una parte de nosotros. En este momento comienzan a vivir nuevamente sus vidas y aceptar que ese sentimiento de superación está bien. Poco a poco la persona recupera la capacidad de sentir alegría y placer (sobre todo, sin sentirse culpable).

    Ejemplo: “ Algún día nos encontraremos”.

    Errores y mitos sobre el duelo:

    Cuando perdemos a alguien nos encontramos con que no sabemos qué hacer y esto es así por que desde pequeños nos enseñan a enfrentarnos a muchas situaciones, pero nadie nos ha enseñado lo que debemos hacer cuando perdemos a un ser querido y nos sumimos en el duelo.

    Existen una serie de mitos con los que nos encontramos en torno al proceso de duelo y que pueden ser especialmente perjudiciales para elaborar esta ausencia y seguir adelante. Estos son:

    1. No te sientas mal: Es una respuesta muy habitual. Que las personas que nos quieren deseen que no nos sintamos mal, es un sentimiento bonito y una buena intención, pero hay situaciones en las que tenemos derecho a sentirnos mal. Son sentimientos naturales ante un suceso, que nos permiten expresar lo que sentimos ante lo que ha ocurrido, es decir, es una consecuencia adaptativa.

    Quitarle importancia no nos ayuda, no olvidemos que hemos perdido a un ser querido. No superaremos el duelo cuando nosotros queramos, lo superaremos cuando estemos preparados.

    1. Reemplazar la pérdida: Nos han enseñado que para superar una pérdida debemos reemplazarla. Esta forma de hacer frente al dolor niega la importancia entre el doliente y la persona perdida. Además, introduce la idea de que las relaciones significativas son algo pasajero y reemplazable.

    No deberíamos, nunca, intentar reemplazar algo que nos ha importado. Aunque haya más parejas u otro compañero que pueda venir a ocupar nuestras vidas no será igual, ¡ni hay que buscar que lo sea!.

    1. Sufre a solas: Ante un duelo si queremos llorar lo hacemos en la intimidad. Mostrar nuestras emociones públicamente nos avergüenza. La tristeza, al contrario de lo que ocurre con otras emociones como la alegría, no se manifiesta en público, y esto contribuye a generar la idea de que es una emoción no deseada, y es no deseada por que los demás se sienten incómodos.

    Las personas sufren solas por miedo a ser juzgadas o criticadas por esos sentimientos que “no deberían tener”, por miedo a no recibir apoyo y comprensión. Por lo tanto, aunque haya momentos en los que la persona necesite estar sola para asimilar el dolor o pensar, no es conveniente que nos mantengamos alejados mientras alguien sufre, solo darle su espacio al doliente.

    1. Sé fuerte: Este mito se basa en la idea de que hay que ser fuerte y no mostrar nuestras emociones ante los demás, especialmente ante los niños. Esto no ayuda en absoluto, primero por que expresar nuestras emociones es saludable y necesario, y segundo, por que en el caso de los niños, hay estudios que demuestran que ocultarles las emociones negativas conlleva a que el adulto se sienta peor consigo mismo y afecte negativamente a la relación con el niño. Unido a esto, hay que decir que ocultar las emociones negativas no es la mejor manera de enseñar a los niños.
    2. Mantente ocupado: No podemos engañar a nuestras emociones, por lo tanto si la persona se mantiene constantemente ocupada se comete el error de pensar que ha hecho algo constructivo para elaborar el duelo y no es así, ya que la actividad constante lo que ha conseguido es distraer a la persona de forma que no sienta el dolor de la perdida al ir postergando las emociones por no tener tiempo para ellas. No podemos rechazar algo que es natural.

    Mantenerse ocupado no es una estrategia de afrontamiento saludable. ¿Cómo conseguimos que sí lo sea? Cuando la persona se mantiene ocupado en:

    • Darse tiempo: no apresurar el proceso de duelo (ni permitir que los demás lo hagan).
    • Enfrentar las emociones: es normal sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento.
    • Expresar las emociones: no hay que sentir temor ni vergüenza de expresar las emociones, bien con un amigo, a través de la escritura o el arte o con un profesional.
    • Cuidarse: no es conveniente estar todo el día centrado solamente en el dolor que provoca la ausencia. Es necesario tomar pequeños respiros en los que se pueda disfrutar de una salida con amigos, hacer un hobby q o simplemente escuchar música. Cuida la salud física mediante una alimentación saludable, tener horas de sueño reparadoras y realizar ejercicios físicos que te permitan renovar las energías.
    1. El tiempo lo cura todo: esta idea se basa parcialmente en la realidad, ya que la recuperación de una pérdida necesita tiempo. Pero no se deben confundir ambas ideas: sanar una herida lleva tiempo, pero no es el tiempo el que cura la herida…. Depende de lo que hagas con ese tiempo.

    Se requiere de un esfuerzo por parte de la persona para poder superar el duelo, para poder adaptarse a su nueva vida y poder seguir adelante.

    ¿Cuándo se debería buscar ayuda?

     Aunque el dolor, la soledad y los trastornos que acompañan al duelo no tienen nada de anormal, hay algunos síntomas que deberían hacer que consultáramos a un profesional:

    a) Intensos sentimientos de culpa.
    b) Pensamientos de suicidio.
    c) Desesperación extrema.
    d) Inquietud o depresión prolongada.
    e) Síntomas fí
    f) Ira incontrolada.
    g) Dificultades continuadas de funcionamiento.
    h) Abuso de sustancias.

    Que tus futuras alegrías no maten mi recuerdo

    pero que mi recuerdo no mate tampoco tus futuras alegrías.

    Francois Mauriac.

    Como todos los meses, os invitamos a la charla “Aprender a superar las pérdidas” que tendrá lugar el día 22 de Febrero a las 19.00 horas en el Centro Sociocultural El Ensanche.