• Tratar el dolor del cáncer con peces globo

    ¿Y si le digo que los peces globo nos podría ayudar a combatir el dolor asociado al cáncer? Este animal es un ser fascinante y no solo por su estética y morfología, que lo ha convertido en protagonista de películas, sino también por sus propiedades medicinales asociadas a una sustancia que produce: la tetrodotoxina.

    Miguel Ángel Huerta Martínez, Universidad de Granada

    Un viaje por Asia en busca de peces globo

    Primero, nos embarcaremos en un viaje por el continente asiático, donde tendremos oportunidad de comer su carne, considerada todo un manjar. Pero ¡mucho ojo!, nuestra vida podría estar en riesgo. El pez globo fabrica una toxina potencialmente mortal, la citada tetrodotoxina. De hecho, bastarían unos miligramos para matarle.

    Entonces… ¿cómo nos comemos esto? Desde hace siglos, los asiáticos han desarrollado técnicas culinarias específicas para inactivar la toxina y que se pueda degustar con seguridad. En un modesto restaurante del mercado de Haedomari, en la localidad costera de Shimonoseki (Japón), el chef Saito Hamada nos enseña cómo realiza la detoxificación del fugu –como allí lo llaman– usando la técnica migaki.

    Pez marrón.
    Ejemplar de la especie japonesa de pez globo Takifugu rubripes. Chris 73 / Wikimedia Commons, CC BY-SA

    Cientos de intoxicaciones

    A pesar de la amplia experiencia popular en el consumo de este pez y el conocimiento del veneno que produce, anualmente hay cientos de intoxicaciones asociadas a la tetrodotoxina. Hamada nos alerta de que únicamente consumamos carne de fugu en establecimientos certificados que garanticen un procesamiento adecuado. De hecho, para poder cocinarlo legalmente se requiere una licencia obtenida tras varios años de formación.

    Después de catar el pez globo en todas sus modalidades culinarias, volvemos a Europa donde, curiosamente, también se han dado casos de intoxicación.

    Buenas noticias desde Granada

    Para ampliar nuestro conocimiento sobre las aplicaciones terapéuticas de la tetrodotoxina, ahora viajaremos a España. En la última planta de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, uno de los edificios más altos de la ciudad, nos encontramos con José M. Baeyens y Francisco R. Nieto, profesores del Departamento de Farmacología.

    En su despacho, con Sierra Nevada de fondo, nos relatan que han estado investigando la posible utilidad de la tetrodotoxina como analgésico en un modelo de dolor neuropático (aquel que se produce cuando existe un daño en el sistema nervioso) inducido por quimioterapia en animales de experimentación (ensayos preclínicos), obteniendo resultados muy prometedores.

    De hecho, hace unos años participaron en la patente de dicha molécula para el tratamiento del dolor neuropático inducido por quimioterapia antineoplásica (que impide la proliferación celular).

    A día de hoy, la eficacia de la tetrodotoxina en modelos preclínicos de dolor neuropático es muy sólida y ha sido confirmada por numerosos grupos de distintos rincones del mundo. En cuanto a su evidencia clínica, centrada en dolor relacionado con el cáncer, es más modesta pero robusta, según confirman varios ensayos clínicos en fase II y III.

    El dolor del cáncer y su tratamiento con tetrodotoxina

    El dolor relacionado con el cáncer es un fenómeno complejo, heterogéneo y muy frecuente. Puede deberse al propio crecimiento tumoral o a su tratamiento con cirugía, radioterapia o quimioterapia. Suele tener un elevado componente neuropático, lo cual provoca que su tratamiento sea difícil de manejar.

    Particularmente, la neuropatía inducida por la quimioterapia del cáncer supone un verdadero quebradero de cabeza para pacientes y médicos. Pocos fármacos funcionan y ninguno es específico para este problema, pues la mayoría son antidepresivos o antiepilépticos que han mostrado una eficacia moderada y producen numerosos efectos indeseables.

    En este contexto, existe una necesidad de nuevos analgésicos para tratar el dolor relacionado con el cáncer. Y es aquí donde entra en escena la tetrodotoxina, cuyo desarrollo clínico se encuentra en una etapa avanzada. De hecho, un reciente metaanálisis en el que he participado concluye que es eficaz para tratar el dolor relacionado con el cáncer sin aumentar los efectos adversos graves.

    “Su utilidad clínica es apasionante: ha mostrado eficacia en un tipo de dolor que es especialmente difícil de tratar, la neuropatía periférica asociada a la quimioterapia”, comenta el profesor Nieto. Por su parte, el profesor Baeyens añade: “También hay ensayos clínicos que muestran efectividad en pacientes de dolor relacionado con el cáncer, una condición más heterogénea con una prevalencia altísima”.

    El primer fármaco

    De todos modos, estos resultados clínicos son preliminares y deben ser confirmados con ensayos que involucren un mayor número de pacientes. Actualmente está en marcha un ensayo clínico en fase III para justificar la solicitud de comercialización y pronto conoceremos los resultados. Si fuera aprobada por las agencias reguladoras, sería el primer fármaco desarrollado específicamente para la neuropatía periférica asociada a quimioterapia y una gran alegría para tantos pacientes que verían su vida drásticamente mejorada.

    Un ejemplo más de que la naturaleza es sorprendente y de que casi todo en la vida puede tener solución, hasta el dolor más complejo. Y gracias a estas investigaciones, cada vez estamos más cerca de eliminarlo.


    Este artículo fue finalista en la III edición del certamen de divulgación joven organizado por la Fundación Lilly y The Conversation España.


    Miguel Ángel Huerta Martínez, Investigador Predoctoral en Neurofarmacología del Dolor., Universidad de Granada

    Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

    The Conversation

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