• Diario de una enfermera de Cuidados Intensivos

    La enfermera Granada Toledo cuenta su jornada en la UCI después de más de un mes enfrentándose al coronavirus, la impotencia, el dolor, los recuerdos que le provoca el olor a lejía.

    El Autor

    Granada Toledo Ruiz

    Enfermera de UCI en el Hospital de Hellín

    Llevo días pensando escribir sobre el cómo me siento tras tantos días de lucha en primera línea en la UCI en esta pandemia. Esta mañana, mientras hacía la dilución de la lejía para limpiar mi casa, me he dado cuenta que he desarrollado unas emociones olfativas que me hacen preguntarme: ¿la lejía limpiará el dolor emocional que tengo? Su olor recorre cada fibra nerviosa produciéndome nerviosismo, malestar, irritabilidad e impotencia, porque en cada uno de mis turnos me pulverizan con la misma: batas, monos, guantes, gafas y hasta vaya usted a saber dónde más, ya que debemos reutilizar todo ese material que al final se vuelve permeable e inútil en su función. Esto me recuerda que esta noche me lleve ropa interior de color blanco.

    enfermera UCI
    Imagen de archivo.

    Nunca sabes qué te vas a encontrar

    Al llegar al trabajo nunca sabes lo que te vas a encontrar ni cuánto material va a haber disponible esta vez. Lo que si sé con seguridad es que hay muchos pacientes y que me apetece cuidarlos y ofrecer lo mejor de mí para ayudar en lo posible en su curación.

    Llego y me pongo la mascarilla, rebusco por las cajas de cartón esparcidas por doquier para ver qué queda de material. Me emociona ver que la mayoría es material donado por gente anónima a la cual le doy las gracias de corazón. Nos reparten mascarillas “de las buenas” con racionamiento siempre que la mascarilla del turno previo es imposible que valga.

    Oigo los aplausos de mis compañeros que festejan la llegada y el reparto de unos monos de EPI (equipos de protección individual); puede que me toque uno a mí esta vez. He tenido suerte y me ha tocado, y con ilusión y fervor me meto en el box, pero al salir me espera otra vez la lluvia de lejía.

    El olor a lejía

    Es por esto que quizá el olor a lejía no me siente bien emocionalmente porque no quiero que me pulvericen más. Como profesional, como madre, como hija y esposa quiero y deseo que se nos dote del material imprescindible para una buena praxis laboral y para protegernos a nosotros y a toda nuestra familia.

    El test

    Ayer me realizaron el test PCR del COVID porque utilicé una de las mascarillas que al parecer no protegen como debiera. Creeros que me sentí fatal al ver el resto de caras de mis compañeros que por no haber utilizado esas mascarillas a ellos no les realizaban la prueba. Ya me da igual si sale positivo o negativo, pero lo que no me da igual es la impotencia, enfado, frustración, agotamiento de todos los sanitarios con los que trabajo.

    En fin, menos mal que no hay desabastecimiento de lejía, mi nuevo perfume.

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