• “Me duele la incomprensión social hacia el farmacéutico”

    El farmacéutico Eduardo Giménez Benítez empezó la carrera cuando el tren ‘rápido’ tardaba once horas en llevarlo de Albacete hasta Granada. También recuerda cómo Danone empezó a venderse en las boticas, para tratar las diarreas, e incluso los pañales, las compresas y el Nescafé hicieron su estreno en las farmacias. Se jubila después de trabajar 42 años en la oficina de farmacia que compró su padre en 1963. Y, sin embargo, aún hoy, confiesa: “Me duele la incomprensión social hacia el farmacéutico”.

    El farmacéutico Eduardo Giménez reflexiona después de 42 años al frente de una pequeña botica en Albacete.

    El farmacéutico Eduardo Giménez reflexiona después de 42 años al frente de una botica de barrio

    La suya es una pequeña farmacia de barrio de Albacete, en el Paseo de la Circunvalación, donde Eduardo Giménez ha escuchado, aconsejado y dispensado sus tratamientos a los abuelos, las madres y los hijos. Ha vivido la parte más vocacional de la farmacia comunitaria, pero también la más dura, la que convierte al personal sanitario en un autónomo que tiene que lidiar con la burocracia, los pedidos, los impuestos y el sinfín de sinsabores de una pequeña empresa.

    Pero se trata de una pyme particular, ya que es un servicio público que ha tenido que enfrentarse a las noches de guardia, con sus riesgos y su baja rentabilidad, así como a los impagos de la Administración, que llevaron a las farmacias de Castilla-La Mancha a sobrevivir en 2012 durante siete meses adelantando el dinero.

    Detrás del mostrador ha escuchado, tomando nota a lo largo de las décadas de cómo se ha deteriorado la sanidad pública o de cómo se ha perdido el valor del medicamento. Y es que Eduardo Giménez, quien fuera presidente de los farmacéuticos de Albacete, representante regional y nacional de los colegios de farmacéuticos, estudió Farmacia porque le gustaba Medicina, pero “le tenía demasiado respeto al dolor y al sufrimiento, no me veía capaz de desconectar”.

    “Un medicamento no puede costar lo mismo que un chupa chups”

    “Un medicamento no puede costar lo mismo que un chupa chups”, reflexiona ahora. En su opinión, las medicinas deben tener un precio justo y estar al alcance de todos, sin que ello implique que se llenen los botiquines domésticos sin sentido. Es más, defiende que “los pensionistas no deberían pagar nada, que está todo más que pagado”.

    “Los médicos deberían cobrar más”

    Cree que “me echarían de España si digo todo lo que pienso”, pero no duda al asegurar que “los médicos deberían cobrar más por la responsabilidad que tienen” o que “gestionaría la sanidad como en Francia, donde primero pagas al médico, para que valores, y luego te lo devuelven”.

    En su opinión, “habría que hacer una reforma del sistema sanitario de arriba a abajo” porque los médicos están perdiendo la conexión con el paciente por la falta de tiempo.

    “Lo de los ansiolíticos es una barbaridad”

    Mención aparte merecen a su juicio los nuevos abusos que ha visto antes y, multiplicados, después de la pandemia. “Lo de los ansiolíticos es una barbaridad”. También considera que se abusa de los protectores del estómago e incluso de las vitaminas. “¿Para qué tomar vitamina C en el país de las naranjas?”

    Pero lo que más le duele a este farmacéutico, que aún no sabe lo que es un mes de vacaciones, es esa incomprensión social que aún hoy rechaza al farmacéutico. “Todavía hay quien piensa que somos millonarios que no hacemos nada”. Y nada más alejado de la realidad.

    Pedro Giménez Sánchez, el padre de Eduardo, colegiado número 31 de Albacete, dejó el testigo al único de sus siete hijos que estudió Farmacia, igual que él pasa el relevo a la única de sus tres hijas que ha seguido sus pasos, a Guadalupe.

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