• Los ictus también son cosa de niños

    Advierten que más del 50% de los ictus en niños se diagnostican tarde y dejan secuelas de por vida. Es necesario concienciar y elevar la sospecha del ictus entre padres y médicos para acortar el tiempo de llegada del niño a una prueba de imagen y a un diagnóstico precoz.

    El ictus pediátrico es una urgencia médica que no está siendo atendida correctamente. Más de la mitad de los niños que sufren un ictus son diagnosticados de forma tardía. Hasta entre 12 y 24 horas después. Además, un 10% no son diagnosticados. La falsa creencia de que los infartos cerebrales no afectan a los niños y la baja disponibilidad de la Resonancia Magnética (RM) para diagnosticarlo son algunos factores que favorecen a este hecho.

    Lo ha expuesto en esta línea la doctora Yolanda Ruiz Martín, radióloga pediátrica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Y lo ha hecho en la sesión científica ‘Código Ictus pediátrico: diagnóstico’ del 35º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).

    Asegura que existe un “un desconocimiento generalizado” del ictus pediátrico. Y que para evitar un diagnóstico tardío del mismo “hay que aumentar el índice de sospecha del ictus entre padres y médicos”. La propia implantación de “guías clínicas, protocolos y códigos ictus” cree que ayudarían a la concienciación.

    Ruiz ha explicado que se está produciendo una demora en la inclusión de los niños en el ‘Código Ictus’ debido a la menor incidencia que en adultos y a la falta de ensayos prospectivos aleatorios.

    El riesgo de las secuelas

    La especialista asegura que existe una “creencia de que el ictus pediátrico tiene buen pronóstico por la elasticidad neuronal” pero aclara que esto no es cierto. “Un 10% de los niños mueren, un 20% van a tener recurrencias y un 75% secuelas neurológicas de por vida”, indica.

    De las secuelas insiste: “estamos hablando de niños con toda una vida por delante arrastrando una discapacidad con el alto coste social y económico que esta conlleva”.

    Factores de riesgo

    Para la radióloga pediátrica, casi tan urgente como diagnosticar el infarto va a ser “establecer su etiopatogenia” ya que el tratamiento “va a ser muy diferente en cada caso”.

    En este tema asegura, “la resonancia también es la prueba radiológica que va a ser de más ayuda”. Los factores de riesgo en el niño son muy numerosos y diferentes a los del adulto. Explica que “con mucha más frecuencia va a ser multifactorial y casi siempre vamos a encontrar el factor etiológico responsable”.

    En este sentido, la experta hizo un recorrido por los ‘criterios CASCADE’, establecidos en 2012, para estandarizar la clasificación y el diagnóstico del infarto isquémico arterial infantil.

    Se trata de cuatro tipos de arteriopatías, las más frecuentes entre todos los factores de riesgo, sobre todo cuando hablamos de un niño previamente sano.

    Están asociadas a infecciones de vías aéreas altas y resfriados en días previos “aumentando hasta 6,3 veces el riesgo de infarto”. Un subtipo es la “arteriopatía post varicela” que puede producirse si el niño ha tenido varicela en los 12 meses previos al infarto.

    También hay que tener en cuenta que entre el 30-50% de las “disecciones arteriales” se puede producir por traumatismo leve. Otra arteriopatía frecuente es la “anemia de células calciformes”. Estas conllevan “un riesgo de infarto celebrar similar al del adulto y precisan de un diagnóstico muy precoz para poder realizarle al niño una exanginotransfusión urgente”.

    Más causas de riesgo pueden ser el cardio-embolismo, que suele producirse si el niño tiene cardiopatías congénitas o adquiridas o ha sido sometido a cirugía o intervencionismo cardíaco.

    Por último, existen casos de etiología indeterminada, así como multifactoriales. Estos últimos pueden darse en niños con enfermedades hematológicas, genéticas o metabólicas.

    Comentar

    Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

    *