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La OCU pide un máximo de 48 horas para que el paciente reciba atención en el centro de salud
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado una campaña con una petición clara a la administración para Atención Primaria: “menos esperas y más calidad en atención primaria; tener que esperar varios días para que la atención del médico de familia no es aceptable”.
El objetivo de esta campaña es lograr que se recorten las esperas en los servicios de atención primaria, al tiempo que se garantiza la calidad de la atención. Las peticiones de la campaña son:
- Que el tiempo máximo de espera para la atención primaria sea de 48 horas.
- Que los tiempos de espera de Atención Primaria sean transparentes y públicos.
- Y que se garantice un tiempo de consulta suficiente (10 minutos) para que el médico pueda atender al paciente.
Según un reciente estudio de OCU, la espera en Atención Primaria en Castilla-La Mancha alcanza los 4 días para conseguir una cita presencial. Pero esta organización también advierte de largas esperas para la primera consulta con el especialista, para pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas, así como de la situación del servicio de las aseguradoras privadas.
El Dr Jose María González, médico y coordinador del área de Salud de OCU, exponía recientemente las conclusiones del estudio sobre listas de espera en Atención Primaria, un trabajo que contó con la colaboración de más de 2.000 socios y usuarios de la sanidad pública.
Tras analizar los datos obtenidos, se ha constatado que en todas las regiones analizadas se supera con creces el tiempo de espera máximo recomendado de 48 horas, en línea con el “Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria” que establecía ese objetivo para la atención médica no urgente.
Otro punto de vista.
NO PODEMOS PARTIR DE SUPUESTOS FALSOS.
Entiendo y considero que en atención primaria no debería existir ningún tipo de demora. Es decir, ni siquiera de un día. Y mucho menos, como solicita la OCU, de dos.
Bajo mi punto de vista, la pasada pandemia ha traído malas costumbres y prácticas médicas a nuestro sistema sanitario, las cuales pretenden instaurarse de forma definitiva. Todo ello ante la pasividad, cohecho y complicidad de nuestras (brutalmente) medicalizadas administraciones sanitarias.
A mi modesto entender, resulta inmoral y deshonesto que aún no se hayan realizado las correspondientes auditorias (independientes) sobre las actuaciones llevadas a cabo en las diversas áreas asistenciales por la gestión y administración de la pasada crisis sanitaria (COVID-19).
Por otro lado, tengo en cuenta la falta de un mínimo control administrativo de la actividad médica en los diversos espacios asistenciales, cruda realidad de impredecibles consecuencias para la sociedad. Considero que es esta falta de inspección y observación lo que ha llevado al desvarío de muchas consultas de médicos. Hablo de disparate o desatino al considerar que lo que debería solucionarse con una o dos consultas, precisen de hasta 5 o 6 consultas innecesarias.
Igualmente desde el ámbito médico, advierto que se ha propiciado una utilización irracional de las consultas y recursos asistenciales. También de la atención primaria, donde muchos médicos entienden que ellos también deben de crear listas de espera y demoras, para no perder “categoría” frente a sus colegas hospitalarios. La solución, hacer inviable, también, la atención primaria.
Curiosamente, ningún dirigente, gestor o administrador -siempre del colectivo galénico, por supuesto- se pregunta como se utilizan las consultas y si realmente se enfocan a resolver los problemas de salud ciudadanos. Nadie advierte que hay otras estructuras y recursos estatales para dar cobertura a los problemas sociales, no sanitarios.
Finalmente, y no menos importante, bajo mi punto de vista, es la pérdida de rumbo de la atención primaria, cuyo objetivo principal, no es duplicar y embrollar la atención especializada, sino la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Esta claro, que tal finalidad no va a dar fama y notoriedad a los médicos, sino que incluso a muchos de ellos, les va a hacerse sentirse infravalorados frente a los especialistas del ámbito hospitalario. Pero esto no es nuevo, ya pasaba siglos atrás, donde muchos pueblos disponían se sangradores o cirujanos como único personal sanitario.
La OCU también se confunde al pedir un tiempo determinado de 10 minutos, por consulta de atención primaria. Muchas de las visitas deberían resolverse en menos minutos (interconsultas, seguimientos puntuales, recetas…). Y por supuesto, otras muchas demandas pueden ( y deben) ser atendidas por otro profesional clínico mejor preparado académicamente para liderar esta esfera asistencial, como es la enfermera.
Es inaceptable, bajo mi consideración, que los de la OCU sean los palmeros de un corporativismo médico impropio del siglo XXI. Que no consideren un derecho fundamental del paciente, su atención por una enfermera especialista en atención Familiar y Comunitaria. Que no adviertan, ni expliquen como en un país, donde faltan unas 97.000 enfermeras para igualarnos a las naciones de nuestro entorno -muchas más para equipararnos a la plantilla de médicos- puede darse una menor demora o espera en la consulta de Enfermería.
¿O tal vez la OCU desconoce lo fácil y rentable que resulta en nuestro país crear listas de espera de consulta y asistenciales?
(P.D.: Todos estos aspectos y consideraciones han sido expuestos con anterioridad a nuestra administración sanitaria, optando esta por la callada, como respuesta, o bien, en algún caso puntual, por la desviación del tema señalado para centrarse en auto-alabanzas).