• Samuel Andújar, mucho más que un médico

    El Autor

    Paco Villaescusa

    Periodista deportivo

    Samuel Andújar falleció el 26 de junio de 2013. Han pasado más de cinco años desde entonces y su recuerdo permanece imborrable entre los que tuvimos la fortuna de haberle conocido. Un recuerdo aderezado con una agridulce sensación imposible de esquivar. Por un lado, el dolor de la pérdida del ser querido; y por otro, la satisfacción íntima de haber tenido la suerte de convivir con una persona extraordinaria.

    Hombre culto, impecable profesional, buen conversador y mejor “escuchador”, generoso hasta más allá de lo que marca la prudencia, caballero a la antigua usanza siempre haciendo gala de una educación exquisita, mano izquierda propia de diplomáticos, abnegado padre y esposo, sacrificado como buen corredor de maratón y poseedor de un sentido del humor fuera de lo común, siempre con la sonrisa como bandera, el chiste, la anécdota y el chascarrillo a pesar de su caparazón de hombre serio.

    Nos llamábamos (y nos llamamos) “Mortajas Team”, con poca bici y mucha gastronomía

    Tuve la fortuna de compartir muchas horas con Samuel. Preparamos juntos un sueño común como fue nuestra participación en el mejor maratón del mundo. Formábamos parte de un club de bicis integrado por un puñado de locos que nos llamábamos (y nos llamamos) el “Mortajas Team”, con poca bici y mucha gastronomía. Los fines de semana recorríamos juntos la provincia, asistiendo a cientos de carreras de atletismo ejerciendo nuestras respectivas profesiones. Y nos reímos, nos reímos mucho.

    Recuerdo con una sonrisa imposible de ocultar aquella vez que mi hermano y yo le escondimos a él y a Feliciano, otro compañero de viaje, unas cervezas en las mochilas antes de ascender el Pico de La Sagra (Granada). Al llegar a la cumbre y abrir para buscar el almuerzo aparecieron las latas, con una expresión en las caras de ambas víctimas que jamás olvidaré. Como tampoco olvidaré la amenaza, entre risas, de llevarnos presos a la cárcel donde ambos trabajaban.

    Recuerdo su infinita humanidad, su grandeza personal, su predisposición para ayudar siempre

    Recuerdo su infinita humanidad, su grandeza personal, su predisposición para ayudar siempre a los deportistas lesionados mucho más allá de los que marcaba el deber, el horario o el contrato. Todavía me resbala una lágrima por la mejilla cuando intento narrar una anécdota que le ocurrió a una de sus hijas, Ana, en la Estación de Alicante, ya con Samuel en el Cielo.

    Ana esperaba el tren y un señor mayor se le acercó para pedirle que le ayudara a localizar el vagón donde debía viajar. La hija de Samuel le ayudó con la cortesía y amabilidad que le inculcaron sus padres. Este hombre, algo mal vestido y con una actitud más temerosa que tímida, le confesó que acababa de salir de la cárcel, que había pasado algunos años allí y no se aclaraba con los nuevos paneles informáticos; y que en la cárcel se encontró con un ser maravilloso que siempre le ayudó, un médico querido y respetado por todos los presidiarios. El hombre no pudo reprimir las lágrimas cuando Ana le advirtió que, si ese hombre del que hablaba era el doctor Andújar, estaba ante una de sus hijas.

    Uno de esos seres inolvidables que, algunas veces, el destino nos permite conocer y disfrutar

    La Diputación Provincial de Albacete decidió hace algunos años, con buen criterio, que el “Premio a la fidelidad” en el Circuito Provincial de Carreras Populares llevase su nombre. Un premio destinado a los corredores que son capaces de completar las 48 pruebas que marca este calendario. Año tras año, cuando llega la Gala de entrega de trofeos, cerca de mil personas recuerdan al gran Samuel puestos en pie, aplaudiendo con denuedo y aguantando las lágrimas, recordando a uno de esos seres inolvidables que, algunas veces, el destino nos permite conocer y disfrutar.

    Samuel Andújar, el ángel de presos y atletas

    Samuel Andújar, el ángel de presos y atletas