
El médico Francisco Martín Ros relata, sin acritud, una ‘teleconsulta’ cualquiera de la ‘nueva’ Atención Primaria.
Sin acritud
- Buenos días, soy el médico. ¿En qué puedo ayudarle?
- ¿Que es usted el médico? ¿Qué médico?
- ¿Ha pedido usted cita telefónica para el médico no?
- ¡Ah sí! La pedí la semana pasada. Quería hablar con el médico.
- Muy bien. El médico soy yo. ¿En qué puedo ayudarle?
- Pues quería una cita pero me dijeron que me llamaría mi médico y todavía lo estoy esperando.
- Vamos a ver Abelardo. Su médico no está. Por eso lo he llamado yo, que le hago su consulta.
- Entonces ¿puedo ir a la consulta?
- Abelardo, ya le he dicho que su médico no está, pero yo también soy médico, así que si usted quiere dígame lo que le hace falta.
- Claro que me hace falta. Si no hiciera falta no lo llamo, ¿o es que se cree usted que llamamos por gusto?
- Yo no he dicho eso. Pero intentemos concretar Abelardo. ¿En qué puedo servirle? ¿Le hace falta alguna receta?
- A mi mujer sí. La semana pasada fue a la farmacia y no le dieron las pastillas.
- ¿Qué pastillas?
- Las que toma ella.
- A ver, dígame el nombre de su mujer.
- María Daniela.
- Dígame sus apellidos.
- Abelardo Ruipérez Solariego.
- Abelardo, por Dios, los apellidos de su mujer, para ver en el ordenador qué pastillas toma.
- Las de la tensión.
- Vale, pero dígame los apellidos de su mujer y sabré el nombre de las pastillas que necesita.
- María Daniela Angosto.
- ¿Qué más?
- Creo que solo quería esas pastillas. De las rojas le quedan todavía.
- A ver Abelardo: su mujer se llama María Daniela Angosto… ¿qué más?
- Angosto de la Hoz.
- Vale. Espere un momento. No cuelgue… vale ya lo estoy viendo. Su mujer toma unas pastillas para la tensión pero tiene caducada la prescripción.
- ¿Que le han dado pastillas caducadas?
- No Abelardo. Que su mujer no puede sacar las pastillas porque no tiene activadas las recetas. Se las voy a activar ahora mismo y ya puede ir a la farmacia a retirarlas.
- ¿A qué farmacia, a la que voy siempre?
- A la que usted quiera.
- Pero ¿y la receta?
- No hace falta. Entregue su tarjeta y se las darán.
- O sea, que voy con mi tarjeta a la farmacia y ellos me dan las pastillas ¿no?
- Con su tarjeta no Abelardo. Con la de su mujer.
- Ah vale. Bueno, pues voy a ir ahora.
- Muy bien. ¿Algo más?
- Pues claro. ¿Y mi cita con mi médico? ¿Cuándo puedo hablar con él?
- Mire, venga esta mañana a última hora y hablamos en la consulta.
- ¿A qué hora voy?
- A las dos de la tarde.
- Mmmm… no sé si me va a dar tiempo. Tengo que recoger a mi nieta. ¿Puedo ir mañana?
- Abelardo venga usted cuando quiera, cuando mejor le venga. ¿Vale?
- Pues ya me lo podía haber dicho antes. Mañana voy.
- Hasta mañana. Buenos días.
El médico cuelga el teléfono. Respira hondo. Mira la pantalla del ordenador. Le quedan 52 llamadas.
Descuelga el auricular y marca un número. - Buenos días. Soy el médico. ¿En qué puedo ayudarlo?
