• Nuestros ángeles vestían con pijamas de quirófano

    Carta de agradecimiento de la hija de una paciente al cirujano cardiaco Sergio Beltrame y a su equipo de Quirónsalud Albacete

    No sé muy bien cómo empezar a contaros esta historia. Han pasado casi cuatro meses de aquel 25 de enero de 2022 y todavía soy incapaz de encontrar las palabras correctas para darle sentido a todo lo que ocurrió aquel día.

    Beltrame
    Imagen de archivo, de 2019, de parte del equipo de Cirugía Cardiaca de Quirónsalud Albacete. El Dr Beltrame es el segundo por la izquierda.

    Mi madre ha vuelto a nacer a sus 60 años

    Pero hoy, con mi madre al lado, creo que debemos agradecer profundamente la labor del cirujano Sergio Beltrame y todo su equipo del Hospital Quirónsalud de Albacete.

    Como os decía, era martes 25 de enero. El día comenzaba con normalidad o al menos eso creía. Mientras trabajaba escuché a mi madre que trataba de llamar mi atención porque había sentido un dolor en la parte alta de la espalda, como si fuese un pinchazo, y este mismo bajaba hasta la altura del estómago. Le faltaba el aire y no podía respirar bien.

    Mi madre es una mujer llena de vitalidad y quien la conoce sabe de primera mano que es así. Jamás ha borrado su sonrisa de la cara, pero aquel día su expresión era completamente distinta. Al verla en ese estado, nos dirigimos al consultorio médico de nuestro pueblo y tras realizarle un electrocardiograma y ponerle medicación, llegó la ambulancia.

    Fuimos hacia el Hospital General Universitario de Albacete y, a pesar de que nuestro pueblo solo se encuentra a 55 kilómetros del mismo, fueron los minutos más largos de mi vida.

    Tras varias pruebas, analíticas alteradas con cierto grado de acidosis y los resultados de un TAC, nos dieron la noticia. Los médicos nos comunicaban que mi madre, a la que llevábamos varias horas sin ver, tenía una disección de la arteria aorta. Mi padre, mi hermano y yo nos miramos. A todos se nos inundaron los ojos de lágrimas y estoy convencida que mil imágenes y momentos pasaron por delante de nosotros sin ser apenas conscientes de ello.

    Nos despedimos de mi madre, que estaba en observación, porque la trasladaban de inmediato al Hospital Quirónsalud. Allí los cirujanos le realizarían una complicada intervención quirúrgica para salvarle la vida. El riesgo al que se sometía mi madre era muy alto.

    Las seis horas más largas

    Todavía hoy recuerdo a la perfección el tono del azul de los pijamas de quirófano que vestían los cirujanos. Todavía pienso en aquella imagen de mi padre firmando los papeles que autorizaban la operación como si toda su vida y todos sus recuerdos estuvieran escritos en ellos, como si sintiera que se borrarían todos de golpe.

    Casi seis horas después nos comunicaban que mi madre, la persona a la que más quiero y admiro en el mundo, seguía con nosotros. Debíamos esperar las siguientes 48 horas, ya que estas eran las más críticas, pero una voz interior me repetía una y otra vez que ella seguía conmigo, con nosotros.

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    La paciente, Maribel Núñez Cebrián, junto al Dr Sergio Beltrame. Fotografía realizada días después de la intervención quirúrgica.

    Todavía hoy recuerdo la primera vez que la volví a ver, rodeada de tubos y cables por todas partes mientras permanecía tumbada en una cama de la UCI. Parece que fue ayer cuando no había consuelo para mí, cuando me sentía incapaz de seguir viéndola así.

    Un enfermero me dijo que, a pesar de la sedación, mi madre podía oírme, así que recuerdo acercarme a ella para besarla muy fuerte.

    Realmente parecía que nos habíamos quedado sin tiempo, pero a pesar de las complicaciones, de su estancia en la UCI y de una segunda intervención para conseguir que los drenajes funcionasen correctamente, mi madre está aquí y vuelve a tener esa sonrisa tan particular y tan suya.

    A pesar del miedo que vivimos, de la incertidumbre que sentimos y de todo el dolor que supone no saber si vas a volver a ver escuchar a tu madre y a escuchar su risa, hoy nos seguimos sentando todos alrededor de la mesa sabiendo que mi madre ha vuelto a nacer a sus 60 años y que cada 25 de enero celebraremos que está con nosotros.

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    El Dr Beltrame junto a su paciente. Fotografía realizada tres meses después de la intervención quirúrgica

    Hemos vuelto a nacer todos

    Por este motivo quería dirigirme al doctor Sergio Beltrame y a todo su equipo. Para agradecerles todo lo que hicieron por ella, por cada palabra y cada aliento para seguir a pesar del miedo. Por la delicadeza con la que nos trataron a mí y a mi familia a pesar de todas las dudas que nos asaltaban. Por la humanidad y el respeto más absoluto que vivió mi madre en primera persona. Porque sabemos que nuestros ángeles de la guarda vestían con pijamas de quirófano. En casa hemos vuelto a nacer todos gracias a vosotros y a la medicina. Estamos convencidos que nunca habrá suficientes muestras de agradecimiento.

    Muchísimas gracias.

    María López Núñez, su hija.

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