• De bien nacido es ser agradecido

    Agradecimiento a la tercera planta del Hospital General Universitario de Albacete

    Hace unos días escribí una carta/denuncia quejándome de la desagradable situación que me tocó vivir en Urgencias con mi padre de 80 años. Pues bien, hoy lo primero que me gustaría decir es que, afortunadamente, todo ha salido bien y que ya se encuentra en casa con mi madre. Después del susto, como él dice: “Ha pasado la ITV”.

    Imagen de archivo.

    Para la tercera planta del Hospital General de Albacete sólo tengo palabras agradecimiento, respeto y admiración

    Entre las muchas cosas que me enseñaron mis padres está el no callarme nunca ante las injusticias, pero otra no menos importante es reconocer las cosas bien hechas y felicitar a sus responsables. En la vida a veces toca una de cal y otras una de arena.

    Por eso, esta carta hoy va dirigida al excelente personal de la tercera planta de nuestro hospital, para quienes sólo tengo palabras de agradecimiento, respeto y admiración.

    Han sido nueve días en los que no os he visto un mal gesto o una palabra de más, sino todo lo contrario, nueve días en los que os he visto trabajar “como animales”, siempre con una sonrisa en la cara y con un trato por los pacientes que sólo se puede definir como “exquisito”.

    Quiero aprovechar para expresar una opinión personal que defiendo desde hace mucho tiempo y que he tenido la oportunidad de compartir con alguna de vosotras estos días: “Estamos muy equivocados con la Sanidad española. Nos tienen muy engañados. Nuestra Sanidad no es la mejor del mundo para nada. Es una mierda”. Me explico: Tenemos una Sanidad notablemente carente de medios materiales y personales. Una Sanidad que permite y hasta incluso fomenta, sin importarle nada en absoluto, que su personal sanitario tenga que salir de España una vez formados, para poder tener un futuro laboral.

    17 sistemas sanitarios

    Y de hecho, lo peor es que no tenemos una Sanidad, sino 17.¡ 17 sistemas sanitarios ! que van cada uno a lo suyo, sin la más mínima coordinación, sin lógica ni sentido común ( salvo el del político de turno que decide lo que debe hacerse en su cortijo ).

    Por suerte para nosotros ( y para esos políticos al mando ), toda esta miseria y ruina se compensa con los mejores sanitarios del mundo. Gente que, salvo excepciones muy contadas, aman su trabajo, tienen plena vocación por el mismo y están dispuestos a darlo todo por sus pacientes.

    Me voy a permitir contar una anécdota que me hizo ver “que sois de otra pasta”. Una de las noches en las que acompañaba a mi padre me desperté sobresaltado, a las 03:00 de la mañana, por el golpe de un paciente de la habitación que tropezó y se cayó al suelo al ir al baño a oscuras. Pensé que me daba un infarto al ver al pobre hombre tirado en el suelo, sin responder y sin saber qué hacer con él (salvo correr como un loco a pedir ayuda a las enfermeras del control).

    Humanidad y saber hacer

    Fue la forma en que reaccionaron lo que me dejo sorprendidísimo, su tranquilidad (os recuerdo, yo mientras estaba pálido y con taquicardia), su dulzura, su humanidad, su “saber hacer” en todo momento y hasta un punto bromista, cuando lo cambiaron y lo acostaron de nuevo en su cama, para que se tranquilizara.

    Pero si todo esto no fuera suficiente, debo parar un momento y pensar fríamente que estas “personas” (porque son personas, no robots) llevan un año viviendo un auténtico infierno, saturadas de trabajo, sin comprender a que se enfrentaban en un principio, viendo morir a sus pacientes, alejados de sus familias y seres queridos por miedo al contagio y sin medios para hacer frente a esta pesadilla mundial.

    No quiero extenderme mucho más, tan sólo daros las gracias (una y mil veces) a todos y cada uno de los que habéis hecho que mi padre, aunque entrara muerto de miedo pensando que tenía algo serio por sus antecedentes familiares (y que prefiero no nombrar), saliera nueve días después como si no hubiera pasado nada, tan tranquilo, pensando en su rutina, en lo que iba a hacer al día siguiente… ¡Gracias, de corazón!

    No estáis suficientemente valorados ni reconocidos

    Estas son las personas que representan la Sanidad de este país, profesionales a los que he tenido la suerte de conocer estos días y a los que os digo alto, claro y con orgullo: “No tenéis precio, no estáis suficientemente valorados ni reconocidos”.

    Gracias por todo lo que habéis hecho, de mi parte y de la de mi familia. Espero que os haya gustado el regalo y, aunque pueda sonar mal: “Confío en no volver a veros en mucho tiempo” (en el Hospital, por supuesto ).

    Antonio José Hernández Herreros

    Aquí puede leer otras cartas remitidas al Buzón del Lector

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