• Compasión, sufrir junto a nuestros pacientes

    Discurso de la Dra Ana Luisa Cebrián en la Graduación de la XX Promoción de la Facultad de Medicina de Albacete

    El Autor

    Ana Luisa Cebrián Martínez

    Médica formada en la Facultad de Medicina de Albacete. Discurso de graduación

    Cuántas veces habremos escuchado que para ser buenos médicos había que ser buenas personas, que delante tenemos enfermos y no enfermedades. Una cosa que sí hemos aprendido estos años es que el dolor es real, que la gente sufre, a veces sola, a veces acompañada, y ante ello solo nos queda la compasión.

    Compasión significa literalmente «sufrir juntos», es la forma más rara y pura de generosidad, es un sentimiento que se manifiesta desde el contacto y la comprensión del sufrimiento de otro ser. Más intensa que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa. Solo os podemos desear que seáis compasivos, que compartáis el dolor del que tengáis enfrente, pero también del que tengáis al lado, ya que, como todo en esta vida, entre dos es la mitad. También nos gustaría desearos que no perdáis la ilusión.

    “No seáis ese médico al que nadie quiere volver”

    Como dijo Antonio Cepillo, “no seáis ese médico al que nadie quiere volver”. Nos ha costado mucho esfuerzo llegar hasta aquí, y si un día de septiembre de hace ya 6 años decidimos entrar por esta puerta fue por la vocación. Y aunque muchas veces sea esta utilizada por los demás como excusa para unas condiciones laborales injustas, solo os pido que cuando no podáis más os acordéis de ella. No os olvidéis de la humildad.

    La humildad es mirarnos como somos, sin paliativos, con la verdad. La humildad se contrapone al orgullo, a la arrogancia. No os olvidéis que somos simplemente manos dispuestas a ayudar. Y, sobre todo, no os olvidéis de pedir ayuda.

    Humildad

    El otro día leía: “El conocimiento tarde o temprano se adquiere, ya sea en los libros o conforme lo otorgue la experiencia profesional, pero la humildad, eso no se encuentra en una página”. Y, por último, como dijo nuestro amigo Carlos Quílez, os pediría que nunca olvidéis que sois mucho más que médicas y médicos, hemos tenido el privilegio de poder dedicarnos a esta profesión tan bonita que nos permite servir a la sociedad, pero no os olvidéis de crecer personalmente en todos los ámbitos de vuestra vida mediante las cosas que os hagan felices.

    También os queremos recordar que está bien equivocarse, lo único que importa es que al final del día podáis deciros a vosotras mismas: hoy traté con cariño y amor a los que me crucé.

    La despedida

    Para acabar, nos gustaría despedirnos. Nos gustaría despedirnos de nuestros compañeros, los que empezaron con nosotros, los que se han unido en el camino, los que se fueron y volvieron a aparecer, los que desaparecieron y no volvieron, los que dijeron lo que necesitábamos escuchar en el momento oportuno, los que quisimos y los que queremos, o cualquier variante que las relaciones humanas adopten. Nos despedimos de ellos y de las aventuras vividas.

    De las noches de antes de exámenes. Nos despedimos entre lágrimas de alegría y de pena. Estamos muy orgullosos de lo que somos, de lo que hemos sido, y aunque no lo sepamos ahora, también de lo que seremos. Mentiríamos si dijéramos que este camino no ha sido difícil, pero no sé qué mecanismo de autodefensa tenemos ahí dentro que no nos ha dejado espacio para esos recuerdos.

    Hemos estado aquí y allí, hemos querido mucho, nos hemos despedido como única forma de avanzar, hemos estado en el momento, hemos abrazado los buenos instantes siendo conscientes de que estos no son para siempre y hemos aprendido que los malos tampoco lo son, hemos hecho de este nuestro camino, hemos sido felices hasta el fondo. Vuestra amistad ha aportado un maravilloso tecnicolor a estos 6 años y espero que el resto de nuestra vida.

    Los médicos de nuestra vida

    Habéis estado con nosotros en los momentos más sombríos y somos las personas más afortunadas del mundo por ello. Gracias por ser familia. También nos despedimos de los médicos de nuestra vida, los que nos han enseñado lo que queremos ser. Y por supuesto de los que nos han enseñado lo que no queremos ser. Nos despedimos también de los seres queridos que ya no están aquí para vernos. Cuando somos pequeños, pedimos que nos miren hacer las cosas, “mamá, ya te digo yo cuando puedes dejar de mirar”, cuando nos hacemos mayores, no cambia mucho.

    De hecho, ahora mismo es lo único, que importa, que la gente que queremos nos vea lo que estamos consiguiendo. Incluso cuando ya no están, sobre todo ahí ́: “ya te digo yo cuando puedes dejar de mirar”.

    El camino no se termina

    Este camino ha sido increíble, como para no mirarlo. No lo vamos a olvidar en la vida. Almudena Grandes describía muy bien las despedidas: “Quedaban sus palabras, adiós, que tengáis suerte, adiós, te quiero más que nunca, me voy con la alegría de haberte conocido, habla a mis hijos de mí, de las ideas por las que voy a morir, sé feliz, pero no me olvides, adiós, mi amor, cuánto te he querido y qué poco tiempo hemos tenido para estar juntos, adiós, hijos míos, sed muy buenos y ayudad mucho a vuestra madre, adiós, cariño, vida mía, adiós, y es que todas las despedidas eran parecidas, pero todas distintas.” El camino no se termina, solo cambia de forma. Nos vemos en él. Muchas gracias.

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