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El ejercicio, mantenerse activa, es clave frente al cáncer de mama, no sólo para la salud física, también para la mental
“Aproximadamente 2,3 millones de casos nuevos en 2020 ”, “685.000 muertes”, “Un aumento de un 128,32% en 30 años…”. Entre otras cifras, esta es la dura realidad de una de las enfermedades más diagnosticadas en la mujer a nivel mundial: el cáncer de mama.
“Mantente activa”
Son tantas las citas médicas, los fármacos, sus efectos secundarios, las revisiones y un largo etcétera de aspectos a los que tienen que prestar atención aquellas mujeres que sufren cáncer de mama, así como las personas que les rodean, que tendemos a olvidarnos por completo de algo, quizás, más importante de lo que creemos: su salud mental.
Los casos de depresión y ansiedad en este tipo de pacientes han incrementado notablemente en los últimos años. Algo que, a priori, puede sorprendernos si no tenemos en cuenta la multitud de complicaciones psicológicas y cambios en la imagen corporal por los que pasan millones de mujeres diagnosticadas.
¿Qué podemos hacer desde la Fisioterapia?
Pero… ¿qué podemos hacer desde la Fisioterapia para tratar este tipo de problemas? Dentro de un abordaje global de la situación de la paciente, podríamos ser más directos y resumirlo en: ejercicio físico. “Mantente activa”. Entre sus infinitos beneficios también se encuentran aquellos que tienen que ver con nuestra salud mental. Se ha demostrado que reduce la depresión en todos los tipos de cáncer, especialmente en supervivientes de cáncer de mama.
Numerosos estudios han publicado los mecanismos que experimenta nuestro cuerpo a través de los cuales el ejercicio aeróbico puede provocar beneficios sobre la salud psicológica. Entonces… ¿sería efectivo utilizar el ejercicio aeróbico para mejorar la salud mental en supervivientes de cáncer de mama?
Responder a esta pregunta fue el objetivo principal de nuestra revisión sistemática titulada: “Efectividad del ejercicio aeróbico en la salud mental en supervivientes de cáncer de mama”. Para ello, se analizaron los resultados de siete estudios que valoraban este aspecto. Pero, ¿cómo valoramos la salud mental? Existen múltiples variables dentro de este aérea. En este caso, nos centramos en la depresión y ansiedad, la autoestima y la calidad de vida.
El ejercicio aeróbico mejora depresión y ansiedad
Pudimos observar que el ejercicio aeróbico mejora la depresión y ansiedad, mejora la autoestima al dar una mayor sensación de dominio y una mejora de la imagen corporal, y aumenta la calidad de vida. Numerosos estudios anteriores explican qué mecanismos corporales generan que el ejercicio aeróbico pueda producir beneficios en la salud mental como, por ejemplo, un aumento del número de mitocondrias, lo cual mejora las comunicaciones entre neuronas, o un aumento de los niveles de serotonina, neurotransmisor relacionado con el control de las emociones, entre otros.
Pero la cuestión no termina aquí… ¿cuánto tiempo debo realizar este ejercicio, cuántas veces a la semana, con qué intensidad? Si no recibo terapia psicológica… ¿obtendré los mismos beneficios? ¿El apoyo de mi familia y amigos puede influir? ¿El ejercicio de fuerza también produce beneficios sobre mi salud mental? Todas estas son preguntas que nos pueden surgir, y para las que la ciencia sigue buscando una respuesta consistente.
Hay que seguir investigando
En definitiva, nuestros hallazgos nos muestran que el ejercicio aeróbico es una gran herramienta en la etapa posterior al cáncer de mama para mejorar la salud mental. No obstante, se debería establecer protocolos de entrenamiento concretos y se debe seguir investigando, puesto que hay factores psicológicos y sociales que pueden influir en estos pacientes, como el apoyo familiar y de amigos o el nivel económico de la persona, que también influyen en la salud mental.
A pesar de esto, y haciendo referencia a nuestro título, prestemos atención a nuestro cuerpo y nuestra mente, para afrontar la nueva normalidad a la que se ven empujadas millones de mujeres en el mundo.
- Los ganadores de la segunda edición de ‘Cuéntame tu TFG’ son Beatriz de Gracia, del Grado de Fisioterapia en Toledo; Raquel Puertas y María Cristina Algar, de la Facultad de Medicina de Albacete y Miguel Ángel Caballero, de la Facultad de Enfermería de Albacete.
