El Hospital de Hellín ha perdido a una enfermera con 41 años de experiencia, una mujer «totalmente vocacional», de las que ha preferido ser peón pudiendo estar al mando. María José Hernández Hernández se ha jubilado a los 63 años. Deja la profesión en un momento en el que ve «ideas maravillosas sin presupuesto».
Alumna de la Escuela de Enfermería de Albacete, María José trabajó dos años en el hospital La Paz de Madrid y pasó once en la Unidad Coronaria del Ramón y Cajal. Pero en cuanto tuvo noticia de la apertura del Hospital de Hellín no dudó ante la oportunidad de regresar a su tierra. Estuvo en el equipo que organizó aquel primer hospital comarcal de la provincia de Albacete. Empezó como supervisora, pero hace 25 años que regresó a la enfermería de a pie, dedicada al paciente hospitalizado.
Ha vivido diferentes etapas. Trabajó en la UCI donde murió Francisco Franco; ha visto las épocas en las que no se escatimaba dinero en Sanidad y las de los recortes. La experiencia le da autoridad para sentenciar que «no hemos alcanzado el término medio, hemos pasado de gastar sin freno a recortar sin medida». Y es que reconoce que tuvo menos carga de trabajo cuando era joven. Ha sido en la última década, cuando su vitalidad no era la misma, cuando ha llegado a ser la única enfermera del turno de noche para 35 pacientes. Recuerda una ocasión, con un dolor que le impedía moverse. De madrugada, tuvo que pedir a una compañera que le inyectara un calmante y la sustituyera mientras se recuperaba. Después, siguió trabajando.
Las guardias, la preocupación por los pacientes, las noches en vela, esos días saliente de guardia, sobrexcitada, que no podía dormir o la tensión constante. María José no cambiaría nada de la vida laboral que acaba de despedir porque ha trabajado en lo que le gustaba. Ni tenía familia en el mundo sanitario ni la tendrá, ya que su marido es maestro y sus dos hijos han seguido el camino del padre, pero a ella le ha guiado siempre la vocación, la clave para disfrutar de un trabajo sacrificado en el que la responsabilidad te puede quitar el sueño.
Para ella, el balance de cuatro décadas de trabajo es breve: «Mi mejor recuerdo está en la gente que he conocido, en mis compañeros, en mis pacientes, en mi profesión».