El pediatra Juan Ríos analiza los datos que arroja la pandemia en diciembre y llega a la conclusión de que no hay argumentos para pensar en una tregua
Se respira cierto aire de preocupación, que se está transmitiendo a nuestra población (como la lluvia fina), a la hora de comer y de cenar, cuando los informativos (todos) mezclan incidencias acumuladas, porcentajes de protección de la vacuna, precios de PCR en Heathrow, partes médicos de Macrón (que afortunadamente está con síntomas leves y teletrabajando desde Versalles) y fechas de inicio de vacunación (al fin).
Ciudadanos vulnerables paseando en busca de una ilusoria tregua
Mientras tanto, la gran muestra sobre la que este feroz (y mugroso, que diría mi madre) virus con sus mutaciones, mantiene a un ritmo incansable de salvaje asolación en todos los rincones del planeta “Earth” (perdón, excepto en algunas discotecas de Wuhan), ciudadanos vulnerables paseando en busca de una ilusoria tregua imaginada, bajo luces navideñas que no se a cuento de que siguen encendidas (por cierto, en mi barrio se olvidaron de apagarlas durante la pasada noche).
Oigo a listos y a genios hablar de una “tercera ola”, cuando no hemos tocado fondo de la “segunda”, sin precisión necesaria de llamar a las cosas por su nombre y preocuparnos por una tercera fase de la segunda ola.
Y me atrevo a imaginar que nuestras autoridades dilatan sus decisiones hasta prácticamente la víspera de comprar el pavo, porque no observan los hospitales y las UCI como en el mes de marzo y abril, qué duda cabe que si esto fuera así estábamos todos ya en casa.
Mientras tanto es más fácil ir a comerse un cochinillo desde Albacete a Sigüenza, que acercarse a por unos “malacatones” a Cieza. Pero parece que no aprendemos, porque irremediablemente entre un 8-12 % de los pacientes que van apareciendo positivos acabarán hospitalizados y de estos últimos un 10% en cama con ventilador mecánico.
Un año que quedará registrado a fuego en la historia
Esta es la vida, la vida de este negro año que quedará registrado a fuego en la historia, junto a las grandes fechas que algún maestro nos hizo aprender de memoria (caída del imperio romano, batalla de Guadalete, revolución industrial, desembarco de Normandía, caída del muro, …, pandemia COVID-19).
Así que parafraseando las palabras de Slavoj Zizek, me quedo con la esperanza: toda crisis es, en sí misma, la invitación a un nuevo comienzo.
Y estos que dejo son los datos, tuyas las interpretaciones.