A las tres serán las dos. Esta madrugada se ganará una hora de sueño y el domingo por la mañana empezará el pequeño caos del cambio. Y es que hay una hormona, la melatonina, que regula el ciclo de sueño y vigilia. Le afecta mucho la luz y, por tanto, este cambio.
Eso sí, retrasar las manecillas del reloj «ni afecta a la salud ni al bienestar». Lo asegura el psicólogo albaceteño Gabriel Quintanilla, quien prefiere huir de las leyendas urbanas, aquellas que hablan del síndrome posvacacional o de la depresión que acompaña al cambio de hora. En su opinión, nada más alejado de la realidad. La depresión es una enfermedad muy seria y no surge al mover los relojes, al perder horas de luz o con la lluvia.
Lo que sí acepta este psicólogo es que con el cambio de hora hay que reajustar el reloj biológico. Es normal que durante unos días se alteren el sueño y el humor. Es decir, que parte de la población esté más triste o más irritable.
También está demostrado que hay una hormona, la melatonina, que regula los ciclos de sueño y vigilia. Quintanilla advierte de que le afecta la luz. Así, cuanto antes se hace de noche, antes empieza a trabajar, de ahí que la población esté más somnolienta en invierno que en verano.
La melatonina también se conoce como la ‘hormona de la oscuridad’ porque el organismo la produce por la noche. Por tanto, psicológicamente, afectan más la primavera y los días con más luz que el otoño o el invierno.