• Memorias de un médico de prisiones

    El médico de prisiones Pedro Antonio Martínez será de los pocos facultativos españoles que hayan dedicado más de cuarenta años de su profesión a velar por la salud de los reos, pero la vocación le ha acompañado hasta el último día en un trabajo, precario en cuanto a medios y personal, donde las patologías de salud mental conviven con las adicciones, el VIH y las hepatitis. El Dr Martínez se jubila a los 65 años después de más de cuatro décadas trabajando en la prisión de Ocaña.

    El médico de prisiones Pedro Antonio Martínez será de los pocos facultativos españoles que han trabajado más de 40 años en una cárcel.
    Pedro Antonio Martínez ha sido los últimos seis años la voz de los médicos de prisiones a través del sindicato CESM.

    “Los presos son víctimas de las circunstancias”

    “Creo en la reinserción”

    En la actualidad, médico de prisiones es el trabajo que nadie quiere. De hecho, se quedan plazas desiertas cada vez que se convocan oposiciones y en verano la atención sanitaria en las cárceles se queda, si cabe, más en cuadro de lo normal. Y es que se trata de un empleo mal pagado. Hasta 1.500 euros mensuales separan a un médico de un centro de salud de uno de prisiones, sin contar con la falta de recursos.

    Con todo y con ello, el Dr Pedro Antonio Martínez no cambiaría un trabajo al que llegó por casualidad. Nacido en Valdepeñas y criado en Argamasilla, este manchego siempre quiso ser médico. Formado entre Madrid y Córdoba, ejercer en una cárcel no estaba entre sus metas, pero cuando empezó le enganchó.

    Precisamente, es la experiencia lo que le lleva a asegurar a las nuevas generaciones que no hay que temer al paciente de una prisión. Respetuosos como los que más, el problema de tratar a estos enfermos es la impotencia, porque, a juicio del Dr Martínez, “los presos son víctimas de las circunstancias”.

    Asignaturas pendientes

    En opinión de este médico, más del 90% de los presos sufren patología dual, problemas de salud mental y adicciones. Esta circunstancia los atrapa en un círculo vicioso que les hace ingresar una y otra vez en prisión, de ahí que Pedro Antonio Martínez haya dedicado más de media vida, sin éxito, a reivindicar una mejor atención sanitaria en las prisiones, con programas para afrontar esa patología dual.

    Tampoco se ha cansado este médico de pedir que los presos entren en el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam), porque, mientras están en la cárcel, son pacientes de Sanidad Penitenciaria, del Ministerio del Interior, y cuando salen no existen para la sanidad pública, tienen que empezar de nuevo.

    Adicciones, salud mental y VIH

    Si fuera de la prisión la salud mental se pierde en las listas de espera, dentro es aún peor. De hecho, el Dr Martínez defiende que el médico de prisiones debe formarse tanto en adicciones como en problemas de salud mental y enfermedades infecciosas.

    La labor del médico de prisiones también hace una gran aportación a la salud pública, ya que diagnosticar y tratar el VIH, que va en aumento, supone frenar los contagios.

    En las circunstancias actuales, Pedro Antonio Martínez no volvería a ser médico de prisiones, pero añora los tiempos en los que había medios, donde en lugar de la impotencia estaba la satisfacción de ver resultados. “No me ha faltado la motivación hasta el final”, reconoce un médico, vocacional y cercano, al que le ha quedado pendiente cambiar un sistema sanitario con el que no ha podido.

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