• Nobel para los impulsores de las vacunas de ARN mensajero

    La bioquímica húngara Katalin Karikó y el médico norteamericano Drew Weissman

    El Premio Nobel de Fisiología o Medicina de este año ha galardonado a los dos científicos que han hecho posible una aproximación revolucionaria en el campo de la inmunología, al poner a punto la tecnología para producir vacunas de ARN mensajero (ARNm): la bioquímica húngara Katalin Karikó y el médico norteamericano Drew Weissman.  

    Imagen: @Nobel Prize

    Los galardonados contribuyeron a una tasa sin precedentes de desarrollo de vacunas

    Ambos premiados fueron fundamentales para desarrollar vacunas de ARNm eficaces contra la COVID-19 durante la pandemia que comenzó a principios de 2020. Sus descubrimientos innovadores han cambiado la comprensión de cómo interactúa el ARN mensajero con el sistema inmunológico.

    Así, el jurado ha considerado que los galardonados contribuyeron a una tasa sin precedentes de desarrollo de vacunas durante una de las mayores amenazas contra la salud humana en los tiempos modernos.

    Hace tiempo que se dispone de vacunas basadas en virus muertos o debilitados, como por ejemplo las vacunas contra la polio, el sarampión y la fiebre amarilla, pero las vacunas COVID han supuesto una revolución.

    Resultados sin respuesta inflamatoria

    Carlos Briones, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, investigador del CSIC, ha explicado a la Agencia SMC que “la innovación clave de su aproximación consiste en la producción in vitro de ARNm con una de sus bases nucleotídicas modificada químicamente (pseudouridina en vez de uridina) y cuya secuencia codifica la proteína inmunogénica de interés (por ejemplo, la proteína spike o S del coronavirus SARS-CoV-2). Ese ARNm, debidamente encapsulado, se puede administrar por diferentes vías, es interiorizado por las células dendríticas del sistema inmune y su traducción dentro de ellas genera y expone la proteína codificada sin que se produzca una respuesta inflamatoria indeseada”.  

    Así, Briones considera que “esta aproximación fue esencial para la producción de las vacunas más eficientes frente al SARS-CoV-2 durante la pandemia de COVID-19 (las comercializadas por BioNTech/Pfizer y Moderna), y su uso sin duda ha salvado millones de vidas en todo el mundo”.

    Además, esta misma metodología se está utilizando ahora para el desarrollo de vacunas frente a otros patógenos, y en el tratamiento de diferentes enfermedades.

    Investigación básica

    Por todo ello, concluye Briones: “Se trata de un premio más que merecido, por el que este año había apostado y que me alegra especialmente. Además, el galardón vuelve a destacar la relación que existe entre la investigación básica y sus aplicaciones biotecnológicas, y subraya la importancia que el ARN (biomolécula intermediaria entre el ADN y las proteínas en todas nuestras células) ha tenido en la biología desde que comenzó la vida en la Tierra, hace unos 3.800 millones de años”. 

    El salto a los humanos

    “Las primeras vacunas ARNm, con la formulación sin modificar, resultaban altamente reactogénicas, con producción de gran cantidad de efectos secundarios inflamatorios a nivel local que hacía su uso impensable en seres humanos. Fueron los trabajos de Karikó y Weissman los que descubrieron que haciendo pequeñas modificaciones en la composición del ARNm (cambio de un Uridina por un pseudo-Uridina en la formulación de los nucleósidos que conforman la molécula del ARNm) disminuía la reactogenicidad y la inflamación, desaparecían los efectos secundarios locales y las vacunas de ARNm empezaron a poder aplicarse a seres humanos”, aclara, también para SMC, José Gómez Rial, inmunólogo del Hospital Clínico Universitario de Santiago.    

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