• La receta para salir de esta crisis siempre ha estado ahí

    El Autor

    Pedro Javier Benito Castellanos

    Psicólogo y técnico superior de Anatomía Patológica

    En estos convulsos días, desarrollo mi labor profesional como técnico superior de Anatomía Patológica en el Hospital Universitario de Albacete, en vigilante retaguardia, comprometidos, como nuestros compañeros en no dar un paso atrás en esta lucha. La visión que me da mi trabajo, y el hecho de ser psicólogo, me han hecho reflexionar y opinar sobre cuáles deberían ser los ingredientes para salir fortalecidos en todos los niveles (personal, profesional, organizacional, social, etc.) Os animo también a hacer esa reflexión, y obtener una receta “más redonda”, que nos lleve a cotas más altas en el hoy y el mañana.

    Pedro Javier Benito Castellanos

    Mis pensamientos como el de muchos, son una amalgama de sentimientos, emociones, y experiencias vividas. Experimentar emociones con connotaciones negativas, no es malo, es más, es lo normal. Aunque cueste creerlo, el miedo a lo desconocido, la ira o la rabia ante lo injusto y la tristeza ante la impotencia y la pérdida, pueden ser catalizadores que nos preparan, para dar lo mejor de nosotros como personas y profesionales sanitarios.

    Y en esas tesituras estamos, mires donde mires, podemos admirar grandes profesionales que a pesar de convivir con todo lo anterior y más, insuflan a nuestro sistema sanitario con enormes dosis diarias de profesionalidad, erigiéndose como ejemplos de superación y mostrándose como verdaderos adalides de la salud, aprendiendo y andando el camino con paso firme, dando muestra al resto de la sociedad, de cómo podemos ser David y vencer a ese filisteo llamado Goliat.

    Aprendizaje

    Podríamos considerarlo nuestro ingrediente esencial. Lo que nos ha traído aquí es precisamente, la facultad del ser humano de aprender a través de la experiencia. Estamos obligados, aunque no siempre se consiga, a aprender de nuestros errores. El reto mayúsculo al que nos enfrentamos, bien merece dirigir todos nuestros recursos a intentarlo. Ya tenemos la certeza de que no estábamos tan preparados como creíamos, aprendamos que por dura que sea “una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo” (Edison). Entonces, si experiencia y aprendizaje, son dos puntos de un continuo, estaremos de acuerdo que nadie que no haya vivido tal situación con anterioridad, podría estar lo suficientemente preparado. Toca aprender y mejorar, por nosotros, por todos.

    Crítica

    Si se pensara en que todos albergamos la verdad absoluta, jamás hubiésemos aprendido nada, jamás hubiésemos mejorado en nada. Que importante es alejarse tanto de la impermeabilidad, como de la susceptibilidad a la crítica, y es que, como muchas cosas en la vida, el camino del medio, a menudo es el más sensato. En estos días es primordial mantener una mente abierta, y saber encontrar que otras ideas y opiniones suman. Desechar la clásica idea de que la crítica, realiza más a quien la hace que a quien la recibe, nos hará más fuertes y tomaremos mejores decisiones. La crítica ofensiva no tiene cabida en una ecuación sumatoria, de esas ni se aprende, ni te convierte en una persona con amplitud de miras y empática.

    Empatía

    La empatía es un elemento vital para la vida social. Calzarse “los zapatos del otro”, toma especial sentido en malos momentos como los que atravesamos. La frustración de un equipo directivo, que, a pesar de sus desvelos, ven como su toma de decisiones no fructifica con la celeridad deseada, los profesionales que miran cara a cara al enemigo, sin sentirse totalmente protegidos, pacientes cuya mirada está llena de miedos e incertidumbres, familiares que experimentan de forman tan abrupta y cruel la pérdida de un ser querido, etc. ¿Cómo pretendemos aprender o ser críticos, si somos incapaces de entender a un semejante? Ya os lo adelanto, es imposible salir de esta crisis, al menos sin dejarse a nadie atrás, sin la empatía como nuestro referente de acción.

    Miremos al futuro con optimismo

    Son muchos los retos que llaman a nuestra puerta, con una urgencia, que pondrá a prueba todo lo que somos. Debemos mantener la guardia alta, y utilizar la motivación como herramienta disuasoria ante el desaliento y el hartazgo. Ser optimista ante el devenir, sin caer en la ilusión de infraestimar la realidad. Queda un largo camino, duro y arduo, pero estamos ante la oportunidad de demostrar, que podemos aprender y ser críticos con los errores cometidos, comprendiendo las necesidades de todos, con una capacidad de afrontamiento que solo alcanzaremos, si lo hacemos juntos.

    Finalmente, la necesaria reconstrucción

    Es difícil aventurarse todavía en este sentido. Brotan multitud de ideas y proyectos, que deberían ser de obligado cumplimiento: cuidar al profesional, a través de programas frente al Síndrome de Burnout y ayudas en la gestión del estrés, podrían ser buenos ejemplos; mejorar nuestra comunicación con el paciente, más aún, si es para transmitir malas noticias; promover la empatía y conductas proactivas, y así un largo etc. En este punto, la actividad del psicólogo, es imprescindible a lo largo y ancho de los centros que conforman las Gerencias de Atención Integrada. Después de lo vivido, la reconstrucción pasa irremediablemente por ellos, por los Servicios de Salud Mental, y porque todos demos lo mejor de nosotros mismos.

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