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Cristina García y Luis A. Martínez, farmacéuticos comunitarios de la provincia de Albacete, han resultado premiados en el X Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Clínica Familiar y Comunitaria (SEFAC) celebrado en Madrid, como reconocimiento a su trabajo en el marco de los servicios asistenciales.
Ambos colegiados ejercen su labor en el ámbito rural (Tiriez) y recibieron el Premio a la mejor comunicación de Servicios Profesionales Farmacéuticos asistenciales en Indicación Farmacéutica por el trabajo “Indicación Farmacéutica a pacientes tratados con medicamentos de estrecho margen terapéutico”.
El estudio premiado pone de manifiesto la importancia del Servicio de Indicación Farmacéutica (SIF) en el entorno rural. Basado en guías de actuación y protocolos consensuados con sociedades científicas médicas, este Servicio de Indicación Farmacéutica posibilita el tratamiento de síntomas menores que manifiestan los pacientes a su farmacéutico comunitario con medicamentos que no necesitan prescripción médica. Es decir, que se dispensan sin receta, todo ello de forma eficaz y segura. Ello evita la derivación de enfermos a sus médicos y reduce la presión asistencial en Atención Primaria.
Criterios de derivación
Luis Martínez explicó que este servicio está protocolizado y estandarizado y es acordado con los médicos de Atención Primaria. Con el fin de establecer los criterios de derivación a los médicos de Familia. “En a la sintomatología y lo que nos cuenta el paciente decidimos si es un síntoma menor, que podemos tratar directamente en las farmacias. O si tenemos que derivar a los pacientes a su médico de Atención Primaria”.
Mediante el estudio de varios casos clínicos, los autores han demostrado la importancia de analizar los tratamientos farmacológicos concomitantes en la valoración del paciente.
Este hecho es especialmente relevante en el caso de medicamentos de estrecho margen terapéutico donde pequeñas variaciones en los niveles plasmáticos pueden desencadenar efectos tóxicos.
Como resultado, el trabajo demuestra que el servicio de indicación protocolizado permite discriminar entre situaciones banales y otras potencialmente peligrosas para el paciente.
