¿Alguna vez han conseguido vivir sin preocupaciones? ¿Es bueno no preocuparse por nada? El psicólogo estadounidense Daniel Goleman afirma en su libro “Inteligencia Emocional” que las preocupaciones tienen una función adaptativa puesto que es la manera que tiene nuestro cerebro de prepararnos ante situaciones peligrosas. Es decir, las preocupaciones son reacciones automáticas que nos aportan la activación necesaria para dirigir nuestra conducta hacia un fin, hacia la resolución de un problema.
¿Cuándo podemos hablar entonces de preocupaciones patológicas? ¿Cuándo las preocupaciones se convierten en el problema?
Las preocupaciones llegan a ser un serio problema para nuestro bienestar cuando nos preocupamos por sucesos de baja probabilidad, es decir, por cosas que seguramente no lleguen a ocurrir nunca. Esto es debido a la percepción de amenaza generalizada que presentan algunas personas, dicho de otra manera, a la visión del mundo como peligroso. Por otro lado, las preocupaciones también se convierten en un problema cuando nos sentimos incapaces de afrontar estos eventos amenazantes que acontecen; por lo que tendemos a darle vueltas a los problemas sin llegar a ponerles solución.
Podríamos decir entonces que nos preocupamos patológicamente cuando se producen una serie de errores cognitivos, cuando nuestra cabeza por un lado sobreestima la probabilidad de ocurrencia de un evento negativo y además, por otro lado, tiende a catastrofizar, a esperar lo peor y a ver las cosas como intolerables e inmanejables.
Claro, si yo pienso que voy a tener un problema que además no voy a poder afrontar ni solucionar, ¿Cómo no me voy a sentir angustiado? Les invito a pensar en las veces que han anticipado la ocurrencia de algo negativo, los temidos “Y si…”. Cuando le han dicho a su hijo, pareja, padre que le avisara al llegar a casa y no lo han hecho; su cabeza ha empezado a imaginar cosas horribles “Y si ha tenido un accidente”. Al tener este pensamiento tan catastrófico comenzamos a sentirnos nerviosos, angustiados, desesperados. ¿Se pararon a pensar por ejemplo que lo mismo se había encontrado con un amigo en la calle y se había entretenido tomando un café? ¡Cómo cambiaría nuestra reacción!
Este estado de activación fisiológica mantenida producido por las preocupaciones conlleva una serie de efectos negativos en nuestra salud. Pueden aparecer dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, ansiedad, insomnio y las consecuencias de éste como son el bajo rendimiento, cansancio, irritabilidad…
¿Cómo podemos intervenir para mejorar este estado de malestar? La mayoría de las personas nos repetimos una y otra vez que no debemos preocuparnos, pero es sumamente complicado dejar de pensar en una cosa. En nuestra cabeza se produce el mismo efecto que cuando nos repetimos “No pienses en un elefante rosa”, lo único que conseguimos es agudizar este pensamiento. Les ofrezco entonces unos consejos para ayudarles en este proceso:
– Establezca un “Tiempo de preocupación”: Consiste en establecer un tiempo determinado a lo largo del día para manejar esas preocupaciones, en dos periodos de 15 minutos, uno por la mañana y otro por la tarde. Debe dedicar ese tiempo únicamente a preocuparse. De esa manera establece una misión y después puede desconectar hasta el próximo tiempo de preocupación. Así, siempre que una preocupación invada su cabeza a lo largo del día, debe repetirse a si mismo: «Ahora no. No es el momento de preocuparse».
– Busque distracciones que mantengan su mente ocupada. Esto no quiere decir que tenga que ignorar sus problemas, sino que los afronte en el momento y tiempo adecuados.
– Tome conciencia de sus preocupaciones, distinga entre aquellas que tienen que ver con una situación real y actual y aquellas que tienen que ver con una situación hipotética o improbable. Trabaje en la solución del problema en el primer caso, busque soluciones y póngalas en práctica. Cuestione sus pensamientos en el segundo caso, intente no exagerar, anticipar, ni catastrofizar, viendo así las cosas de modo realista.
Como cada año, Lassus celebra las jornadas sobre el síndrome depresivo en las que tendrán lugar una serie de ponencias realmente interesantes a las cuales les invito a asistir.
Se realizarán los días 2, 3 y 4 de octubre, a las 20.00 horas, con entrada libre, en el Centro Cultural José Saramago.