• El Sescam sortea el pago de audífonos

    Que el otorrino recete audífonos a un niño no es suficiente para que el Sescam sufrague un coste que alcanza un mínimo de 3.000 euros. Roser es una adolescente de 13 años que, con una hipoacusia de entre 35 y 40 decibelios, escucha como si se tapara ambos oídos, pero el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha considera que no reúne los requisitos para que la sanidad pública le financie los audífonos que le prescribieron los otorrinos a los 8 años.

    Imagen de archivo.

    Que el otorrino recete el audífono a un niño no es suficiente para que la sanidad pública lo financie

    Los mayores de 26 años se enfrentan a inversiones de hasta 6.000 euros para sortear la sordera

    El Sescam “sube el listón” para financiar los audífonos a los niños, lo que supone que las familias tengan que asumir el pago de miles de euros para que los menores con problemas de hipoacusia no vean mermado su rendimiento académico. Lo dice el médico especialista Antonio Belinchón, delegado sindical SIMEFYR en Albacete, quien, desde el Servicio de Otorrinolaringología, ve casos a diario. Y lo corroboran madres como Isabel Pinedo, quien, desde Bogarra (Albacete), ha reclamado hasta las últimas instancias del Servicio de Salud sin éxito.

    Así, oficialmente, el Sescam financia los audífonos a los pacientes que lo necesiten en una franja de edad de cero a 26 años. Pero la pérdida de audición debe ser mayor de 40 decibelios en ambos oídos. Mientras se escuche por un oído o se esté en la franja de 30 a 40 decibelios de pérdida auditiva, no hay posibilidad de apoyo en la financiación.

    La clave está en que el Servicio de Salud no parte de cero, por lo que, a juicio del Dr Belinchón, “en realidad estaríamos hablando de 50 decibelios”. No obstante, este médico considera que desde el momento en el que un especialista receta audífonos porque el menor los necesita, la sanidad pública debe financiarlos, ya que estamos hablando de un mínimo de 1.500 euros por aparato.

    Mayores de 26 años

    Otro capítulo a parte es el de los mayores de 26 años, donde los aparatos pueden llegar a costar 6.000 euros. En este caso, no hay ayuda, aunque en la mayoría de los casos de esta inversión depende desde un trabajo hasta la comunicación diaria o que la falta de audición derive en una demencia.

    Un ejemplo

    Isabel Pinedo, una vecina de Bogarra, llevó a su hija, que estaba acatarrada, al médico de Familia. No fueron al pediatra porque en este pueblo sólo pasa consulta una vez a la semana. Pero el caso es que el facultativo de cabecera derivó a la niña al Servicio de Otorrinolaringología.

    Así fue como a Isabel le confirmaron que su hija tenía una hipoacusia. En aquel momento fue un jarro de agua fría porque desconocía cómo se iba a adaptar la niña, cómo la iban a tratar sus compañeros o qué pasaría con sus buenos resultados escolares. Sin embargo, el otorrino tuvo claro que necesitaba audífonos para ambos oídos.

    5.000 euros

    La niña acabó en una cadena de venta de audífonos, donde le aseguraron que el Sescam financiaría al menos la mitad del coste. Los padres desembolsaron 5.000 euros. No eligieron los más baratos porque, aunque suponía un gran sacrificio, querían los más discretos y los mejores, contando con que la sanidad pública aportaría 2.500 euros.

    Eso sucedió cuando la niña tenía 8 años, ahora, que tiene 13, los padres han agotado todas las instancias. Sólo quedan los tribunales para reclamar el dinero de los audífonos.

    Los aparatos de los oídos son imprescindibles para que esta adolescente, brillante a juicio de su otorrino, no baje el rendimiento escolar, por lo que los padres temen que en un futuro necesite nuevos audífonos, ya que el desembolso no está al alcance de cualquiera.

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