• El viaje de 8.000 kilómetros de una incubadora

    Hoy, un niño que pesó al nacer poco más de un kilo se recupera en una incubadora, en Meiki (Etiopía), a más de 8.000 kilómetros del Hospital General Universitario de Albacete, el centro que donó la máquina. Este prematuro sobrevivirá gracias a un lema, de Eduardo Galeano, que siempre recuerda al pediatra Antonio Cepillo: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. 

    Meiki incubadora Albacete

    Un prematuro de Meiki, de poco más de un kilo, estrena la incubadora donada por el Hospital General de Albacete

    Y es que estos pequeños milagros se tejen a base de gente pequeña que la providencia o el destino unen. Así, esta historia comienza con Miguel, un empleado de banca, con sucursal en el hospital albaceteño que, llegada la jubilación, decidió invertir su tiempo en ayudar a los demás. Empezó invitando a su casa, una Navidad, a un inmigrante sin techo y acabó embarcándose en los proyectos de la ONG Amigos de Mali. También es una pieza fundamental de Stop Ceguera, como de la Hermandad de Donantes de Sangre.

    Pues bien, Miguel está ‘al acecho’. Asiduamente visita el hospital que fue su casa, moviéndose por los despachos y almacenes en busca de esos recursos que antes de que se olviden en los trasteros puedan tener una segunda vida en África. Con esta fórmula, consiguió una incubadora flamante. Pero ¿qué haría con ella?

    Coincidió entonces que Stop Ceguera se preparaba para viajar a Meiki (Etiopía), donde está levantando una consulta oftalmológica. Para ello, la ONG albaceteña trabaja de la mano con la Fundación Pablo Horstmann, que ya tiene allí una clínica materno-infantil. Aunque Etiopía está convertida en un polvorín, la fundación fletó un avión en el que Stop Ceguera pudo cargar todo su material, pero también Amigos de Mali subió su preciada incubadora.

    Cuando el equipo de Stop Ceguera, con voluntarios de toda España, llegó a Meiki, el ritmo fue frenético. En una semana, el personal sanitario que encabezaba el Dr Villada vio a 298 pacientes, así como a 19 niños del orfanato que también mantiene esta fundación.

    Fundación Pablo Horstmann

    Cuando nadie se acordaba de la incubadora, les avisaron de la clínica. La acababa de estrenar un niño que había pesado al nacer poco más de un kilo. Superados los más de 8.000 kilómetros que separan Albacete de Meiki, un pequeño gesto había salvado una pequeña vida que, con toda probabilidad, se hará grande. Y es que la Fundación Pablo Horstmann, el proyecto de una oftalmóloga que perdió a su hijo, parte de la filosofía de apoyar a los niños etíopes hasta donde quieran llegar para, dado el caso, becarlos hasta la Universidad. El objetivo es que regresen a su país convertidos en los médicos o ingenieros que lo hagan avanzar.

    Hemeroteca

    Invento albaceteño para salvar a recién nacidos

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