Nunca una enfermedad había tenido el impacto mediático, económico y social que estamos viviendo con la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Y eso que en el último siglo hemos tenido importantes epidemias víricas, como el sida en los 80, la gripe aviar en los 90 y el brote de Ébola hace sólo 5 años.
El número de casos y de fallecidos por COVID-19 pueden seguirse a tiempo real. Aumenta de día en día en todo el mundo. ¿Hasta cuándo? Todo apunta que antes del verano habrá remitido, porque el sol reduce la viabilidad del virus, el calor disminuye las aglomeraciones en espacios cerrados y porque quedarán muchas menos personas susceptibles de contagio.
Hasta entonces, muchos nos infectaremos, afortunadamente de forma asintomática, con pocos síntomas o con mayor gravedad, pero con recuperación completa. Una vez superada la infección, la inmunidad nos protegerá en caso de nueva exposición.
Distanciamiento social: movilidad y aglomeraciones
La recomendación del distanciamiento social persigue reducir el riesgo de contagio e impedir que las infecciones ocurran de modo masivo. Esto es, que aunque se produzcan lo hagan de un modo escalonado. Fundamentalmente para no colapsar los servicios de salud.
Porque lo realmente importante es que los pacientes que desarrollen cuadros graves puedan ser bien atendidos médicamente. Esto se favorece si los servicios de urgencias no quedan desbordados por un gran número de consultas en un corto espacio de tiempo. El triángulo de poblaciones del COVID-19 se representa en la siguiente figura. El beneficio será mayor cuanto menor sea la interacción y mayor el alejamiento entre esos grupos.
Las medidas encaminadas a reducir la movilidad y las aglomeraciones son efectivas en retrasar la propagación de la epidemia. Se han tomado en China e Italia, y ahora en España.
Entre esas acciones están el cierre de guarderías, colegios y universidades en Madrid, Vitoria, Aragón y La Rioja. Es una medida drástica, pero evita la aglomeración y convivencia estrecha de los alumnos, a la par que reduce la movilidad de los padres y otros familiares al transportarlos al centro educativo.
De igual modo, se cancelan los eventos que reúnen multitudes, como espectáculos, competiciones deportivas y conferencias.
Por último, una medida más drástica se refiere a la reducción o suspensión de los transportes públicos, incluyendo metro, trenes y aviones.
Como regla general es conveniente anular las reuniones en espacios cerrados con más de 10 personas. Hay que primar que se hagan online, en espacios abiertos o distribuyendo grupos pequeños en lugares distintos.
Ancianos, inmunodeprimidos, gestantes y pacientes oncológicos
A pesar de que el coronavirus produce en la mayoría de infectados sólo un cuadro catarral, que no dura más de una semana, hay varios grupos de población en los que puede derivar en una neumonía grave. Son los siguientes:
- Ancianos.
- Personas con enfermedades crónicas, como diabetes, bronquitis crónica, infarto de miocardio, cirrosis, etc.
- Personas enfermas de cáncer.
- Pacientes que toman medicación inmunosupresora, como los trasplantados, corticoides o fármacos biológicos para la artritis reumatoide, psoriasis, esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.
- Mujeres gestantes
Las empresas deben dispensar de acudir al lugar de trabajo a los empleados en cualquiera de esos grupos, para reducir el riesgo de contagio y desarrollo de casos graves.
En lo posible, debe fomentarse el teletrabajo. Esas personas deben recluirse en casa, minimizando el riesgo de exposición e interacción con otros. Procurarán no tener visitas ni hacerlas fuera de su domicilio.
El resto de personas, si tiene síntomas catarrales, esto es, fiebre, tos, dolor de cabeza, etc. procurará quedarse en casa y no acudir al trabajo para no contagiar a otros. Pueden ponerse mascarillas si precisan salir o estar con otros.
Si un trabajador es diagnosticado de infección por SARS-CoV-2, debe quedarse en su domicilio. Se informará a sus compañeros más inmediatos de trabajo y se les recomendará que se autocontrolen (fiebre y tos). No es obligado que se hagan el test si permanecen asintomáticos.
Y, como ya saben, todos debemos lavarnos mucho (y bien) las manos.
Vicente Soriano, Facultad de Ciencias de la Salud & Centro Médico, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.