La respuesta a la pregunta sobre quiénes son los Reyes Magos, es clara. Son los pa, papeles donde los podemos ver citados por primera vez los de la Biblia, en Mateo 2:1-12, donde únicamente se indica que: “Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los Judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo».
¿Por qué oro, incienso y mirra?
Debemos al papado de León I en el siglo V aproximadamente, que se concretara su número y aunque en países como Armenia se insiste en que tan arduo trabajo no puede ser realizado solo por un trío y se inclinan hacia la docena, parece ser que la opción de la terna es la que alcanza mayor consenso.
En cuanto a su nombre y origen se han ido añadiendo más datos poco a poco, apareciendo por primera vez sus nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar) en el conocido mosaico de Rávena del siglo VI .
En cuanto a su procedencia, tradicionalmente se ha atribuido a los tres continentes conocidos en la antigüedad (Asia, África y Europa) siendo Melchor de Europa, Gaspar de Asia y Baltasar de África. Otro dato curioso, es que también representan a las tres razas conocidas en aquella época y a las tres edades del hombre (juventud, madurez y vejez) siendo según la tradición más aceptada y de mayor a menor edad Melchor, Baltasar y Gaspar o Gasparín que le dirían ellos.
¿Qué propiedades tienen la mirra y el incienso?
No obstante, y a pesar de que todo esto son elucubraciones, lo que si indica la Biblia son sus intenciones y lo que es más interesante sus regalos, pudiéndose leer en Mateo (2, 11) “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.”
Si dejamos a parte el oro de Melchor que claramente se escapa al objetivo de estas líneas los otros dos regalos son productos obtenidos de las plantas con carácter sacro y medicinal.
Incienso, una resina
El incienso es una resina extraída de un árbol de la especie Boswellia sacra, precisamente la Boswellia sagrada que nace desde el este de África al oeste de Asia lo que resultaría coherente como regalo de un Gaspar procedente de la zona asiática de Yemen. Esta resina aromática que como bien indica su nombre latino incienso (incendere) se quema o enciende se usaba en la antigüedad y aún ahora como un perfume sacro. De hecho, el incienso se consideraba desde los antiguos egipcios como puente para establecer contacto con lo divino. Además de su indiscutible uso práctico en templos repletos de peregrinos mucho antes de que se inventaran la ducha y el desodorante. Lo que, por otra parte, sin duda sería de gran utilidad para combatir los aromas de un pesebre.
Mirra, un potente bacteriostático y antiséptico
Pero quizás el más misterioso de los regalos es la mirra. Si bien la mirra es igualmente una sustancia resinosa aromática, procedente de la planta Commiphora myrrha que por su origen africano podríamos atribuir como regalo a Baltasar. A diferencia del incienso, no precisa quemarse para su uso. Al contrario, se usaba como aceite para embalsamar impidiendo la descomposición de los tejidos y lo que resultaba mucho más interesante para la situación post parto de Belén, un potente bacteriostático y antiséptico ideal para tratar las heridas.
Así que con toda esta información se pone una vez más de manifiesto como magia, tradición, cultura, religión y ciencia se entrelazan permitiendo la transmisión del conocimiento bajo las más dispares formas.