• Un clásico de San Pedro: Oriñuela

    Las rutas senderistas de la Diputación Provincial de Albacete nos llevan San Pedro para recorrer la ruta denominada “Oriñuela”. Cuenta con un recorrido circular, de 16 kilómetros de distancia, con una dificultad media y unas cuatro horas y media de duración. La salida sería, a las 09.00 horas, desde Cañada Juncosa.

     Fotografías: Luis Sánchez Vizcaíno

    Las rutas senderistas de la Diputación Provincial de Albacete nos llevan San Pedro para recorrer la ruta denominada “Oriñuela”.

    Aparecía una mañana con viento, en la que, tras tomar café y un rico bizcocho que habían preparado en el bar de la cercana pedanía de Cañada Juncosa, arrancaría la marcha alrededor de las 9.00 horas. Primero para adentrarse en Oriñuela, que es la zona más boscosa y quebrada del término municipal de San Pedro, situada entre los llanos de Albacete y las primeras estribaciones de la Sierra de Alcaraz. Se trata de una finca de gestión pública que recibe su nombre de una aldea abandonada, a la izquierda del camino que va desde Cañada Juncosa al Sahúco, por donde tradicionalmente andan de noche los devotos que desde San Pedro acuden a la romería del Cristo.

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    Comenzarían con un suave ascenso hacia la casa vieja de Oriñuela, para sortear varios barrancos ya en dirección a La Morrica de Oriñuela, punto más alto de la ruta (1172 metros) un yacimiento de la Edad del Bronce con abundantes restos arqueológicos. Es un asentamiento en altura, con cierta dificultad de accesibilidad, extraordinaria visibilidad y relativa cercanía de agua y tierras cultivables.

    Desde este punto, en un trayecto más suave, llegarían hasta El Roblecillo, que se ubica en las faldas del Cabeza de Mahoma. Con sus 1284 metros sobre el nivel de mar, corona como la cúspide del término. Aquí se ubica el refugio y la fuente del Roblecillo, lugar que aprovecharon para almorzar un rico bocata de jamón y refrescos cortesía del Ayuntamiento de San Pedro.

    Se dirigirían entonces hacia La Casa y Fuente de Lipe, antaño tierra de viña y setas, donde los jóvenes, y no tan jóvenes, iban antes a pasar Jueves Lardero. Pasarían también por el Campanario, unas enormes rocas en lo alto de una loma desde donde se podía observar unas vistas impresionantes.

    Ya solo les restaba comenzar el descenso de nuevo a la aldea de Cañada Juncosa donde comenzaron la ruta.

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