Una enfermera ‘vitamina’

Se jubila Consuelo Sánchez López, una referencia en el Servicio de Urgencias de Albacete

Ahora que está de moda emplear las palabras ‘persona vitamina’ para referirse a quienes contagian su energía y buen humor, hay que decir que el Servicio de Urgencias del Hospital General Universitario de Albacete tiene en la enfermera Consuelo Sánchez López un claro ejemplo. A sus 66 años, a tres meses de la jubilación, este ‘torbellino’ de mujer dejará una huella imborrable. Y es que, si bien quiso ser médico, a los tres años de carrera vio que había errado su vocación, ya que lo suyo era cuidar.

“La enfermera es quien realmente está al pie de la cama del paciente”

Después de 18 años en el Servicio de Urgencias, con sus días y sus noches, Consuelo Sánchez confiesa que tiene anécdotas como para escribir un libro, pero que no se pueden contar porque la realidad es que, si en un turno hay cien urgencias, sólo el 10% son reales.

Esta enfermera podría haber dejado Urgencias, un servicio donde no hay respiro ni de noche ni de día. Sin embargo, “me gusta mi trabajo; me gusta la gente; mi marido dice que debería haber sido misionera”. Estos argumentos, junto con que “mis compañeros son como mi familia”, han hecho que Consuelo Sánchez, la joven que dejó la Medicina “porque la enfermera es quien realmente está al pie de la cama del paciente”, se sienta afortunada por disfrutar cada día de su trabajo.

“No te imaginas cómo me quieren mis gitanos y al revés”

En esta profesión, ha pasado los peores momentos de su vida, que sin duda sitúa en 2020, pero también los mejores. Al terminar sus estudios de Enfermería en Albacete, trabajó 15 años en el hospital madrileño de La Paz, donde aún atesora tanto buenos recuerdos como grandes amigos. Después, pasó por el centro de salud de Hellín para acabar siendo en Albacete la enfermera del barrio de Las 600. “No te imaginas cómo me quieren mis gitanos y al revés”, subraya ahora una profesional que sólo tiene malos recuerdos de la pandemia.

“¡Es muy grande!”, insisten sus compañeras de quien hace piña cada día, lidiando con las noches frenéticas, con los familiares impacientes, con los enfermos con los que hay que ir de carreras, con la falta de medios y con un día a día que necesita a personas como ella para que tiren del carro.

“Consuelo, de mayor quiero ser como tú”

“Mi trabajo me encanta y sí, tienes que correr, y pasas noches en vela, pero no me importa. A las seis de la mañana, cuando llegan los del 112 y me ven correr, siempre me dicen: “Consuelo, de mayor quiero ser como tú”.

En junio, esta enfermera dirá adiós a 18 años en Urgencias y otros tantos entre Madrid, Hellín y sus gitanos de Albacete, echará de menos a sus compañeros, ya que ha tenido la suerte de terminar en un servicio donde todos son una piña, pero no le quedará tiempo para llorar a la enfermería porque tiene un sinfín de cosas que hacer.

Finalmente, dormirá de noche y vivirá de día; podrá ir al gimnasio; pasear por el campo; disfrutar de sus nietos e incluso dar clases de costura. Y como reconoce que no se calla ni bajo el agua, tendrá tiempo para compartir cafés sin prisas con sus amigos.