• Cuatro años del ‘desastre’ del coronavirus

    «Tenemos 950 camas libres, 159 de ellas, de críticos», decía el consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, Jesús Fernández Sanz, el 16 marzo de 2020, cuando desde servicios de Urgencias como el del Hospital General Universitario de Albacete ya se advertía que la situación era inabordable por la presión asistencial y la falta de medios frente a lo desconocido. Al COVID lo llamaban entonces coronavirus. Empezaba a cobrarse las más de 8.000 vidas que se reconocerían finalmente en la región, víctimas que, en demasiados casos, murieron sin su familia.

    Castilla-La Mancha ha pasado página sin respuestas

    Faltó de todo, empezando por las mascarillas y acabando por los respiradores, cuyos refuerzos llegaron tarde y no eran lo que se esperaba. Hubo médicos que pidieron ayuda, “por caridad“, y no obtuvieron respuesta de la Administración regional. Mientras, personal sanitario y no sanitario se unía a las interminables listas de muertos, algunos a edades tan tempranas como la Dra Sara Bravo, con 28 años. Bomberos, policías, barrenderos o cajeras de supermercado, todos pasaron a primera línea.

    Y si duro fue el panorama en los hospitales, hoy no es un secreto que lo de las residencias superó todo lo imaginable. Los coches fúnebres daban la vuelta a la manzana mientras había centros que reconocían que se les había acabado hasta la medicación.

    Se negó la evidencia con propaganda, pero hasta las máscaras de bucear salvaron vidas. La población, confinada, compartía audios en los que el personal sanitario pedía protección, lo que llevó a oleadas de solidaridad que llegaron incluso desde Japón, con un envío del futbolista Andrés Iniesta.

    Se echaron en falta hospitales de campaña. Se repitieron los aplausos cada tarde a quienes se bautizó como héroes. Y también hubo caceroladas contra el presidente regional y el gerente sanitario que negó la evidencia en un medio nacional. Al final, no sólo no se depuraron responsabilidades sino que se premió el silencio con ascensos. Pero las certeras campañas de vacunación y las ganas de olvidar dejaron a las familias solas con su duelo en una vuelta a la normalidad que tardó olas y olas.

    Hoy las familias piden un protocolo para que el desastre no vuelva a repetirse y aquellos héroes, con secuelas propias de una guerra, no han visto compensación alguna.

    Las residencias

    • 1 de marzo de 2020: primer caso de coronavirus confirmado en Castilla-La Mancha.
    • 21 de marzo: 35 ancianos fallecidos, según las cifras de la Consejería de Sanidad, y 700 aislados por coronavirus en las más de 400 residencias de Castilla-La Mancha. 149 trabajadores contagiados.
    • 30 abril: 1.002 fallecidos por COVID en residencias de la región.
    • 11 de mayo: 1.151 fallecidos en residencias.
    • 31 de julio: 1.340 fallecidos en residencias, donde los positivos acumulados son 7.416.
    • 15 de enero: 1.753 ancianos internos en residencias fallecidos.
    • 1 de febrero: 1.901 muertes en residencias.
    • 1 de marzo de 2021: 2.021 fallecidos en residencias.

    Un comentario

    1. Isidoro Jiménez Rodríguez

      Otro punto de vista.
      CORRUPTA SANIDAD; DEGRADA Y MEDICALIZADA POLÌTICA.

      Es de agradecer que Diario Sanitario nos recuerde las torpezas administrativas sufridas en el abordaje de la crisis sanitaria. Quienes siguen las noticias de este periódico habrán observado que un servidor recuerda frecuentemente, en sus comentarios, las formas y maneras en que se hizo frente a la Covid-19. Algo que vino a echar por tierra las supuestas excelencias de nuestro sistema sanitario, descubriendo su vulnerabilidad y artificio político-médico.
      Recuerdo las extrañas situaciones vividas en los centros asistenciales, donde a algunos super-facultativo-grados no se le vio el pelo durante meses. O como en nuestros centros de salud era imposible contactar por teléfono. Recordarán la anécdota, ya referida en alguna ocasión, acaecida en un pueblo de Toledo, donde un ciudadano al que le era imposible contactar con su consultorio, se personó en este realizando las llamadas a través de su móvil, y observó como el personal, desocupado, no prestaba la más mínima atención al sonido del teléfono.
      Desde que solicité formalmente a todos los grupos políticos presentes en las cortes regionales una investigación de lo sucedido, ya hace más de un año, sin que ninguno de ellos se haya dignado en contestarme, ya no hablo de “grupos políticos”, sino de “raleas políticas”. Considero que este término es el que mejor les define.
      Es muy difícil señalar que sub-ministerio (servicio regional de salud) lo hizo peor. Y así mientras en Castilla-La Mancha no se echaba en falta al personal, pero si la escasez de medios, en Madrid sucedía todo lo contrario. Nuestros ruines políticos también llegaron a hacer “política sucia” con estas circunstancias, como vimos entonces y estamos comprobando en estos días.
      Les confieso que yo no caí en la falsedad terapéutico-psicológica de los aplausos, tan magníficamente programados para afianzar el engaño, sino que me apunté a las caceroladas.
      Transcurrido el tiempo, me quedo con las muestras de humanidad y solidaridad demostrada por el conjunto de ciudadanos, los cuales si que estuvieron a años luz de las referidas “raleas”. Destaco la profesionalidad de los sanitarios que acudieron a sus puestos de trabajo, poniendo en riesgo sus vidas y las de los suyos; o la entrega de aquellos que dieron continuidad a la distribución de alimentos y servicios básicos para los ciudadanos.
      Confío en que, tarde o temprano, tanto inepto como pulula por nuestra administración sanitaria, y que no han tenido la honradez de marcharse, responderá por su actuación frente a dicha emergencia.

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