• Coronando el Molar del Molinar

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y médico dentista, bardo y brújula de las rutas

    Trastabillando entre guijarros hacemos una interesante ruta, plagada de tentaciones gastronómicas, hasta el Molar del Molinar. Después de Peñas de San Pedro seguimos hasta Fuensanta y desde allí al Royo y el Molinar, desde donde partirá la cordada para coronar el pico del Molar. Aparcamos bajo una carrasca y nos preparamos. La temperatura es ideal, aunque el cielo está encapotado. Y poco después nos sorprenden los primeros truenos y una fina llovizna. Salen a relucir paraguas y capa de agua. 

    Tras el pilón del Molinar, alguno dice que podría haber sido una tumba visigoda, cruzamos la Rambla de la Vega y seguimos por carril hasta el Collado de Bogarra (1116 m). Cruzamos el parque eólico de La Fuensanta, muy prolijos por esta zona, y continuamos hacia Los Chaparrales.

    Los sabuesos ejercitan sus dotes olfativas y detectan en el aire diferentes olores, a tierra mojada, nada sorprendente, plantas aromáticas, pineno y otros aromas que terminan siendo identificados como vulgares carpóforos, pejines, que generan expectativas.

    La adicción a las setas obliga a un alto en el camino

    Un poco más adelante salta la alarma, los corazones se aceleran y el reino Fungi se va mostrando con todo su esplendor, suillus, pie de perdiz, amanita ovoidea, tricolomas varios, boletus impolitus, lacarias (pequeñas setas moradas), macrolepiotas, variadas rusulas… algunas de ellas van a la cacerola por si hay que revolverlas con huevos para la merienda. Pero, finalmente, la bolsa se va llenando de deliciosos y sanguinolentos lactarios, que en 5 min. al microondas a la máxima temperatura, María Jose, del Canal del Salobral, nos cocinará.

    Tras media hora de flujo entre pinares, con una nueva chaparrada y el compromiso de no seguir rastreando para cumplir el objetivo proseguimos, dejando a la izquierda la carretera de Casa Sola a Santa Ana; cruzamos primero el camino de La Molata y nuevamente la Rambla de La Vega. Decidimos que es buen lugar para el tentempié (bizcocho de calabaza de la novia del bardo, exquisito, chocolate, frutos secos, y dos variedades de te).

    Hasta la base del Molar

    Dejando a la izquierda el Cerro Naranjo, resguardo de Santa Ana, por Las Pocicas Blancas continuamos campo a través en busca, primero de un nuevo parque eólico y más tarde el pico Molar (1269 m), uno de los sitios más singulares del término de Alcadozo. Varias cabras vigilan desde lo alto nuestra ascensión, desapareciendo solo ante su negativa a salir en la foto. La base del Molar está horadada en su parte sureste. Algunos corrales pudieron facilitar la majada de ganados de la zona. Hoy son las cabras montesas las que las utilizan. Por encima de ellos planea un águila.

    Abundante cerámica

    Salimos del camino y recorremos el último tramo por las sendas que las cabras han ido haciendo. Recorremos el yacimiento, hay abundante cerámica, amontonamiento de piedras y hondonadas en una amplia plataforma.  Se trata de un yacimiento argárico (poblado del broce, 2500-1500 ac), que debió de contar con una numerosa población. Abruptas pendientes se suavizan en su cara norte por donde bajamos, y seguimos por un antiguo camino delimitado en sus dos orillas por muros de piedra, muchas de ellas derrumbadas, que nos acerca al Corral de los Blandos. Ya va quedando poca luz y hemos necesitado un poco más de abrigo, excepto el de la novia que no lo hará hasta llegar al coche.

    La consulta de la ruta nos dice que hemos andado casi 10 km, en casi 4 horas, con un desnivel acumulado de 350 m. Una ruta que, de tenerla de modelo, hay que echarle ganas y con buen calzado. Y de vuelta hasta el Canal del Salobral a festejar.

    📌Consulte aquí la ruta en Wikiloc

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