• Depresión: ¿Por qué unos sí y otros no?

    La depresión tiene una serie de síntomas que van más allá de tener el ánimo bajo

    El Autor

    Emma Pereira

    Psicóloga voluntaria de Lassus

    En el mundo en el que vivimos, la depresión es uno de los problemas emocionales más comunes. Se estima que el riesgo de sufrir depresión a lo largo de la vida se encuentra entre un 10 y un 25%.

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    Fotograma de la película de Pixar ‘Inside Out’.

    El riesgo de banalizar

    Aunque cada vez existe mayor concienciación, su diagnóstico y tratamiento sigue siendo muy escaso, y es que muchas veces, el término depresión se banaliza, se confunde con tristeza y no se tienen suficientemente en cuenta.

    La depresión va más allá de tener el ánimo bajo, ya que, aunque cursa con signos de tristeza, es un trastorno que implica importantes cambios en nuestra manera de vivir y percibir nuestra vida.

    Síntomas de la depresión

    Aparece un gran sentimiento de tristeza, acompañado con ganas de llorar, e incluso irritabilidad o ansiedad; aparecen problemas de apetito, de sueño, disminuye el deseo sexual, aparecen pensamientos pesimistas y nuestra concepción sobre nosotros mismos empeora.

    Cuando la persona empieza a sentirse así, se busca saber y comprender cuál ha sido el desencadenante de todo. Por eso muchas veces, las personas con depresión se sienten peor al pensar que no tienen motivos para estar así, ya que tiene sus necesidades cubiertas, casa, familia, pareja, etc., corriendo el peligro de querer negar la depresión e intentar ignorar los sentimientos que la acompañan.

    Hay una serie de variables que predisponen

    La depresión aparece por cambios significativos en nuestra vida, que no siempre tienen que ser negativos, pero que suponen la pérdida de algo que consideramos importante. Estos cambios pueden ir desde un duelo, a un cambio de trabajo, o de ciudad. Sea como sea, la persona pierde los reforzadores de su vida, que a su vez provocan que las circunstancias que rodeaban cada vivencia también se pierdan, sometiendo al cerebro a un gran ejercicio de afrontamiento, que puede llevar a la persona a deprimirse o no.

    Es importante comprender que no es tanto la pérdida en sí, como el valor que la persona le otorgue, lo que dependerá que le cueste más o menos afrontarla.

    Las personas que realizan más actividades gratificantes, tienen menor predisposición

    Pero, ¿qué hace que una persona se deprima y otra no? La investigación ha demostrado que hay una serie de variables que predisponen a la depresión, y que son las siguientes:

    El estilo de vida es un importante factor, ya que las personas que realizan más actividades gratificantes, tienen menor predisposición, debido a que, si el bienestar descansa sobre unas pocas actividades, cuando me falte una, supondrá un gran desequilibrio en mi vida; al contrario que si disfruto de muchas más áreas en mi vida.

    Por otro lado, cómo vemos el mundo y lo procesamos, es decir, nuestro estilo cognitivo condiciona muchísimo la predisposición a tener depresión. Así pues, la baja autoestima, el perfeccionismo o una idea irreal y preconcebida del mundo, son factores que predisponen a las personas a la depresión.

    Por ejemplo, pensar que se es inferior o que no se es lo suficientemente bueno, lleva a focalizar en lo que se hace mal y a no apreciarse lo que se hace bien, y a la creencia de que, si hacemos algo más, debemos ser castigados severamente.

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    La baja autoestima, el perfeccionismo o una idea irreal y preconcebida del mundo, son factores que predisponen

    También las creencias rígidas de que sólo hay una manera de hacer las cosas, o que todo debe salir perfecto, llevan a las personas a sentirse constantemente frustrados y engañados por el mundo que les rodea, fomentando así un pensamiento y una forma pesimista de ver las cosas.

    Las deficiencias en el área social también aumentan la predisposición a padecer depresión. Por ello, si carecemos de habilidades sociales se nos hará más difícil crear círculos sociales nuevos en los que apoyarnos, o directamente pedir ayuda en momentos difíciles en nuestro círculo social ya existente. Tener una red de apoyo social fuerte es fundamental para evitar caer en la depresión, ya que supone, no sólo una herramienta de ayuda, sino una fuente de reforzadores vitales.

    Por último, la capacidad para resolver problemas es esencial, ya que de ella depende que sepamos afrontar y resolver o no un problema. Si nos encontramos con una baja capacidad de resolver problemas y buscar alternativas, lo tendremos más complicado para enfrentar los problemas diarios, aumentando los factores anteriormente citados.

    ¿Cómo nos vemos?

    Así pues, el cómo nos vemos a nosotros mismos y al mundo, nuestra red social y cómo nos enfrentamos a los problemas, son variables clave. Esto no quiere decir que, si se poseen alguna de estas maneras de percibir el mundo que nos rodea, vayamos a desarrollar sí o sí una depresión, sino que estos factores suponen mayor probabilidad de sufrirla ante una pérdida de reforzadores, que sigue siendo la pieza central del problema.

    El conocer la existencia de alguno de estos factores en nosotros mismos, nos va a ayudar de cara a querer cambiarlo, o a ser conscientes, frente a lo que consideramos una gran pérdida, de nuestra vulnerabilidad frente a la depresión.

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