• Alarcón, una ruta de cine

    Una preciosa villa medieval. Un inusitado enjambre de torres de vigilancia diseminadas por aquí y por allá. Un castillo tan imponente como visible. Encajonado con todo ello discurre el omnipresente Júcar, se afilan sus poderosos cañones de roca y se yerguen peñascos por doquier. Y, culebreando por este entorno privilegiado, se asoman varias sendas de cuento.

    Dos andarines de Diario Sanitario saltamos de provincia para adentrarnos en este paraíso para los senderistas. La conquense Alarcón, a poco más una hora de Albacete, nos hechiza apenas nos asomamos a su mirador con una poderosa imagen de postal. Es el preludio de una paradisíaca caminata de casi trece kilómetros salpicados de sorpresas, adornados, si cabe, por exclamaciones de júbilo y acompañados de una inusual temperatura primaveral en pleno enero.

    Desde ese fotogénico mirador como base de operaciones y a los pies de la primera de las torres que nos encontraremos, la potente Puerta del Campo, emprendemos camino para entrar, a pie, a Alarcón. Nos saluda majestuoso su bien conservado castillo, santo y seña de la villa, reflejo de pasadas glorias en tiempos del señorío de Villena y hoy parador nacional. Es, sin duda, uno de los tantos atractivos que tiene este lugar de apenas 172 habitantes, cinco iglesias y hasta unas pinturas murales protegidas por la Unesco. Amén de esos prodigiosos senderos de cuento que rodean este enclave y que nos hacen disfrutar a cada paso que damos.

    Inolvidable

    Esta ruta, circular, con cierto desnivel, es una bendición para cualquier tipo de senderista. No es muy exigente. Tampoco es muy larga. Está bien señalizada. Y tiene de todo. Nos depara vistas espectaculares desde lo alto de los barrancos. Nos adentra, sin disimulo, entre esos imponentes cañones del Júcar, acompañando al río todo lo que puede y más. También nos conduce, como quien no quiere la cosa, a todas las fortificaciones que hacían de vigía de Alarcón en tiempos lejanos. Cuenta con unos escalones esculpidos en la piedra dignos de una película del Señor de los Anillos. Y hasta bancos para contemplar las hipnóticas vistas del embriagador paisaje.

    En este escenario de cuento, siempre acompañados en los cielos por esos vigilantes buitres, no hacemos más que regocijarnos de descubrir semejante tesoro imaginando que, hace siglos, por esas mismas sendas y caminos, cabalgaban, con todo brío, huestes de todo pelaje. Con estos pensamientos regresamos a nuestro mirador de postal para prometernos que algún día volveremos, si cabe, con más ganas.

    📍Puede consultar la ruta en Wikiloc

    ▶️ Consulte otras rutas en la sección ‘Senderismo’

    Comentar

    Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

    *