• ‘Manolita’ nos lleva de ruta por La Felipa

    En esta ocasión, somos únicamente tres andarines quienes, convocados por José Miguel, agricultor, apicultor, hortelano, mulero y, en ocasiones, protésico, nos embarcamos en una nueva ruta de Diario Sanitario, la de La Felipa.

    Cesárea Arnedo, andarina

    Convocados por José Miguel, nos embarcamos en una de las rutas más singulares de Diario Sanitario, la de La Felipa.

    Convocados por José Miguel, nos embarcamos en una de las rutas más singulares de Diario Sanitario, la de La Felipa.

    José Miguel y su borrica

    A escasos 15 kilómetros de Albacete, por la Carretera de Ayora, en La Felipa, nos esperaban José Miguel y Manolita. Llevaba días Manuel advirtiéndonos que tendríamos una sorpresa, y vaya que sí. En la entrada del pueblo nos estaban esperando nuestro buen amigo y Manolita, una preciosa borrica, que perfectamente pertrechada para una excursión, nos iba a acompañar en esta jornada.

    Una vez hechas las presentaciones, ajustadas las mochilas de los senderistas en las albardas, iniciamos la ruta. Abandonamos La Felipa dirección Este hacia la sierra para visitar el Cuco de Emiliano, una de las múltiples construcciones en piedra seca que salpican toda esta zona.

    Un pequeño desvío y retomamos el Camino de la Boticaria, una amplia vía que se abre entre labores de cereal y un gran bancal de almendros en el Vallejo del Conde, que en plena floración es manjar para las miles de abejas cuyos zumbidos delatan su afanoso trabajo.

    Desde allí Arriba

    Un caminar placentero que propicia un ambiente casi mágico. El ruido de los andarines, con sus garrotes y bastones, mezclado con el repicar de los cascabeles de Manolita. Comenta nuestro anfitrión que desde el cielo su abuelo José, El Estanquero, estará escuchándolos.

    En amena conversación y sin dejar el camino una vez superada la “cuestecica”, nos desviamos a la izquierda en las estribaciones del Monte Espartero para visitar unas colmenas en el Corral de los Rojos. Desde allí, afrontamos la subida al cerro cuajado de matas de romero, tomillo y grandes extensiones de esparto que suponemos da su nombre a este lugar.

    Manolita empieza a echar de menos un camino más transitado, pero, aún así, y ayudada por el buen hacer “del mozo de caballería”, coronamos los cinco componentes. Un pequeño refrigerio disfrutando en primer plano La Felipa, los llanos de Albacete, Valdeganga y a lo lejos la Sierra del Rubial con su Pico Moluengo encima del embalse de Contreras. Descendemos dirección al Corral de Francisquillo, donde retomamos un camino que nos hará pasar por el Corral de Chirón cerca de la Casilla Meriñaque.

    Trece kilómetros mágicos

    Mientras la tarde avanza, decidimos dirigirnos a La Ventosa, una imponente casa de labor. Y ya de regreso hacemos una última parada para visitar el Cuco de Casimiro, recientemente adquirido por el Ayuntamiento para su rehabilitación. La temperatura desciende casi de repente y apretamos la marcha al compás de los cascabeles de Manolita, que intuye el pronto descanso. La dejamos  en su corral y ella nos despide con un rebuzno de dicha. Han sido casi 13 kilómetros en una zona que bien merece una tarde de paseo.

    Para terminar, brindamos con vino de la zona en el bar ‘No tardes’. Acabamos mojando pan en un aceite que Jesús el padre de José Miguel nos regala y que hace las delicias de todos nosotros. Volveremos para probar ese aceite con los tomates de su huerta la próxima primavera. Eso sí, regresaremos con el resto de miembros del grupo a los que hemos echado mucho de menos.

    ➡️ Tiene otras rutas en la sección ‘Senderismo’

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