• En busca de las aves bonilleras

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología y dentista

    Los andarines de Diario Sanitario, fieles a nuestro lema ‘Frente al sedentarismo, senderismo’, no hacemos pereza con el frío y despedimos el año con una ruta circular, de 12 kilómetros, para avistar aves rapaces por El Bonillo, sin duda, una nación para los amantes de la naturaleza.

    Los andarines de Diario Sanitario despedimos el año con una ruta circular, de 12 kilómetros, para avistar aves rapaces por El Bonillo.

    Los andarines de Diario Sanitario despedimos el año con una ruta circular, de 12 kilómetros, para avistar aves rapaces por El Bonillo.

    Es la zona ZEPA de El Bonillo

    Por la carretera de Lezuza al Bonillo, CM-3152, y 7,5 km antes, junto al descansadero, giramos a la izquierda para continuar por la Cañada Real de los Serranos hasta el cruce con el Camino de el Bonillo a Murcia. Inicio de ruta. 

    Una tarde soleada y fresca. Hoy casi pleno, sólo Ferroman, el innombrable, que se ha ‘enchufado’ a la mesa camilla  y tal vez a la TV para el partido del día; el resto festejamos el cierre anual de rutas senderistas.

    Estamos en un altiplano, extensas hazas sembradas de cereales que verdean y bailan al compás del aire que a ratos silva, y el brillo de hilitos enmarañados a ras del suelo abarbechado. Es la zona ZEPA de El Bonillo, donde se supone que las aves esteparias se encuentran a sus anchas.

    De cuando en cuando carrascas, quejigos, robles, alguna sabina y eriales plagados de santolina, planta medicinal por excelencia, así como otras rastreras olorosas que crecen en un suelo mullido para nuestros agradecidos pies.

    Los andarines de Diario Sanitario despedimos el año con una ruta circular, de 12 kilómetros, para avistar aves rapaces por El Bonillo.

    Las navas están secas

    Nos impronta terreno setero y aunque nos expandimos, no damos cuenta de ningún hallazgo. Por aquí y por allá, el terreno se desliza formando pequeñas depresiones, navas, donde se acumula el agua en tiempos de lluvia, retenida por finas capas de arcilla en tanto se va sumergiendo y evaporando, hasta secarse.

    Terreno muy rico para la siembra si no se inunda.  Es una zona atravesada por la Cañada Real de los Serranos, La Vereda según los bonilleros, el Camino del Bonillo a Murcia, otros carriles y sendas que animales y andarines han ido tatuando. En verdad, parajes extraordinarios que en esta tarde fría hemos tenido la suerte de patear. Y nos invocamos para volver y contemplar estas navas en todo su esplendor y el florado de la santolina cuando inunde de amarillo los eriales. ¡Y ni que decir de orquídeas y tomillos que floran a la vez!

    Corral de Madruga

    Continuamos por la Cañada Real. Al poco nos sorprendió la abundancia de estiércol de vaca, que nos llevó al Corral de Madruga, construcción circular de piedra seca, para encierro y majada de ganados, recientemente utilizado, tal vez por vacas trashumantes. Más adelante el Corral de Veguilla, ya en desuso. A nuestra izquierda la Nava de la Hoya de Don Juan y más adelante el Navajo del Conchel.

    Dejamos la Cañada Real y proseguimos bordeando Cerro Perico para frente a la Nava del Conchel buscar el abrigo de un chozo, en cuya cara oeste, asolada, junto a un montículo horadado por los conejos, nos tomamos el té humeante, chupeteamos bomboncitos de chocolate y hacemos bodas entre higos secos y almendras; aún restan dátiles, uva y pipas de calabaza. Será el muro de contención hasta la hora de vísperas, donde la dirección de Diario Sanitario nos propone festejar para que sigamos apostando por el senderismo frente al sedentarismo y lo divulguemos en el periódico.

    Los andarines de Diario Sanitario despedimos el año con una ruta circular, de 12 kilómetros, para avistar aves rapaces por El Bonillo.

    Proseguimos en dirección a la Casa de Marta por una alargada loma, de la que levanta un bando de perdices poco confiadas, y un poco más adelante otro bando numeroso de alondras con sus blancas panzas y, por fin, llegando a Las Zorreras un buen grupo de avutardas levantaron el vuelo y se dejaron ver, unas hacia el horizonte del sol poniente, otras desaparecieron rápidamente en el crepúsculo.

    Pero la sensación de la tarde nos la produjo una pareja de águilas encaramadas en sendos almendros. Tras permitirnos verlas con los prismáticos, saltaron con su real vuelo, con tan grandioso porte que, boquiabiertos, nos sentimos afortunados de estar ahí en ese breve instante.

    Paredón de San Miguel

    Nuevamente en el Camino de Murcia, donde dos construcciones llamaron nuestra atención, una pared de piedra y tapial con agujeros que, tras indagar ante el ballestereño Tomás Morcillo, conocedor de la zona, resulta ser el Paredón de San Miguel, antigua ermita que perteneció al Ballestero hasta el S XIX, y cuya campana gótica del XV está en la torre de su iglesia en la actualidad. 

    La ruta de las aves de El Bonillo, recorriendo las navas, cuenta con un mirador.

    Final de año en Tiriez

    La otra construcción, un observatorio circular de aves, con discretas ventanitas  para enfocar las lentes al correteo de avutardas, sisones, alondras, gangas, etc. Y un poco más adelante, casi de noche, el coche nos espera para llevarnos a Casa Lorenzo en Tiriez, donde el aprendiz de cocinero, Ángel, como buen anfitrión, nos acoge y nos surte de cerveza y tapillas, hasta que sus padres cogen el relevo y completamos el festejo.

    Acabamos una excelente temporada de otoño, con esta etapa de 12 kilómetros, casi sin desnivel, recorrida en tres horas, y en muy buena compañía, aunque ha estado presente la ausencia del innombrable, que tal vez vuelva a sudar su camiseta con nosotros en la próxima estación. 

    📍 Puede consultar la ruta de las aves de El Bonillo en Wikiloc

    ➡️ Tiene otras rutas en la sección ‘Senderismo’

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