• La Hoya del Conejo y la Sierra Seca bajo la tormenta

    El psicólogo Rigoberto López y el dentista Manuel Martínez proponen en Hellín la Hoya del Conejo y la Sierra Seca para cambiar el sedentarismo por el senderismo

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y médico dentista

    Desde Agramón a Minas y después de cruzar el río Mundo por el puente del Azaraque, cogemos a la derecha el Camino de Aníbal, del que sólo nos desviaremos a la izquierda para llegar a nuestro destino. Estamos rodeados de montañas, la Sierra de los Donceles por la que venimos andando en las últimas etapas y Sierra Seca, auténticas, fortalezas de la Hoya del Conejo, nuestro destino.

    480 metros de altitud

    Justo al aparcar, una buena chaparrada con redoble de tambores nos da la bienvenida. Permanecemos un poco en el coche, pero en cuanto amaina, una de las andarinas, que viene con mono, nos espolea para salir tirando.

    Con los paraguas o capa de agua empezamos la marcha. Se jalea a los nuevos pantalones de andar de la redactora, que se han hecho de rogar. Estamos a 480 metros de altitud. Cruzamos una rambla y subimos hasta el refugio de la Hoya del Conejo.

    Ya es hora de quitarnos ropa, la temperatura es muy buena y ha dejado de llover, de momento. Aquí muere un camino, que seguimos hasta cruzar el principal, para hacer la ruta monte a través. Nos cuesta decidirnos ante la proliferación de arroyos, pero finalmente optamos por laderar hasta las crestas y seguir por la cuerda. Hace dos años hicimos esta ruta. Nos agrada el cambio, como se ha ido recomponiendo, tras el incendio de 2017, la vegetación mediterránea y la gran cantidad de pimpollos por doquier.

    Ya crecidos, enebro, espino, madroño, variedades de cornicabra, floridas jara y jarilla, o las variedades de olorosas como ajedrea, tomillo, mejorana, sin olvidar la uña de gato. Y como no, el siempre presente esparto y romero, que dan cobijo y alimento a las serranas de estas tierras. La cosa se va endureciendo, el monte esta lleno de maleza y los matorrales chorreando. Hoy venimos Cesi, Dolores y Manu y yo. Dos posibles se han descolgado en el último momento, Pilar y Juan, afortunadamente.

    La primavera se abre camino

    Una locura para los sentidos

    El panorama es multicolor, con predominio de verdes y amarillos, con el olfato muy abierto por las fragancias del campo activadas con las lluvias. Limonea a raudales. Y una luz muy sorprendente. Alguien dice que parece una postal. Es una ruta de contrastes, luces y sombras, sol y lluvia.

    Humean las nubes en el valle, y la luz se cuela entre las densas nubes. Los truenos anuncian otras batallas, no muy lejanas, y las ráfagas de lluvia nos anuncian su llegada. Aún así, las altas piedras de las crestas se iluminan por ocasionales rayos de sol como si de un fuego se tratara. El arco iris une Sierra Seca y la Hoya del Conejo, intenso espectáculo.  

    Los caracoles celebran su tarde y se repliegan ante los intrusos. El hombre brújula va abriendo trocha. De cuando en cuando un resuello, un éxtasis, una exclamación. Y un poco más mojados. Al fondo Hellín e Isso, con alguna chimenea humeante de las almazaras. A lo lejos El Padrastro. Y sin muchas dilaciones seguimos avanzando, ahora por una plataforma de piedra al lado del acantilado, donde los abrigos huelen a cabra, que temerosas corren en retirada. En estas piedras areniscas la erosión ha tallado representaciones chocantes.

    Terminamos en ‘La Luna’

    Es el momento del tentempié de la tarde, abrigados por un rayo de sol. Con tantas impresiones casi nos olvidamos del retorno por lo que tenemos que acelerar, buscando una alternativa más lineal que nos acerque hasta el camino antes de anochecer. Y nos quedamos a medio. Las estrellas empiezan a salir y tintinean, las ramas secas crujen a nuestro paso, algún pantalón deja aquí su muestra.

    Poco a poco llegamos al camino que nos llevará al coche. Las andarinas han confiado en nosotros y, apenas, hemos oído algún reproche. Como podemos, nos secamos y continuamos ruta. Ahora a La Luna de Agramón.  El camarero nos atiende casi al borde del toque de queda, con algunas cosillas nos vamos cenados. Hemos andado casi 7 kilómetros, la mayoría campo a través y con un desnivel de 435 metros, con varios picos entre 600 y 800 metros. Dejo a la peña en sus casas y a las 24 horas, en punto, entro en casa. Buena gente. Buena ruta.

    📌Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc

    Sierra Seca Hoya Conejo

    Comentar

    Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

    *