• Tiempo de setas en la montaña mágica

    El Autor

    Rigoberto López Honrubia

    Profesor de Psicología de la Salud en la Facultad de Enfermería

    El Molar sigue teniendo sus efectos varios días después. La urgencia por quitarme las botas y mis repetidos comentarios a la lesión plantar, espoleada por la subida y bajada de la ruta ha continuado con cojera, dolor, hielo y pie en alto. 

    Ana Teresa con una amanita cesárea. Fotografías: Manuel Martínez Vergara.

    Una excursión setera posterior me ha vuelto a agudizar las tensiones y me ha llevado a saludar a un amigo del centro de salud local: “tienes gota”. Y acto seguido me ha amplificado el dolor al glúteo derecho. Varias horas después había cambiado la sensación de la zona y podía mover el dedo gordo que estaba bastante rígido. Manu me da la bienvenida al club del alopurinol.

    Y aunque varios días después no está tan claro si articular o ácido úrico, soy consciente que tengo que prestar atención a varias cosas, y proponerme algunos cambios. Es época de poner a prueba mi auto eficacia y capacidad de adaptación. No me preocupa mucho, estoy dispuesto y sé que aprenderé a saborear las novedades.  

    La conciencia de ser insignificante entre tanta maravilla

    Y el Molar y tantas otras montañas mágicas, se habrán convertido, al decir de Gros, en un camino de regeneración largo y agotador, que presenta algunos de los inconvenientes y riesgos de la montaña, senderos escarpados, precipicios, en el que ir perdiendo poco apoco la identidad y los recuerdos y ser un cuerpo, a veces dolorido, que camina divisando nuevas cadenas montañosas y vistas de valles hasta la misma cumbre. Allí, la respiración esplendorosa, los gritos asalvajados y las lágrimas… serán el producto de una energía misteriosa, cargada de victoria y agradecimiento, por la conciencia de ser insignificante entre tanta maravilla.  

    Varios días después, teniendo en cuenta la vulnerabilidad de mi dedo, mi guía de rutas ha planificado una etapa facilona y como estamos en el veranillo de san Miguel, nos hemos propuesto una de setas. En el relato silenciamos los parajes donde hemos andado, puesto que son lugares que nos fueron enseñados, y en esta actividad se tiene por costumbre no cascar o despistar respecto al lugar de encuentro. Dioscorides en sus tratados decía que de los hongos hay dos variedades, son o comestibles o mortíferos (..). Los no venenosos son sabrosos al gusto, aunque si se comen muchos también hacen daño. 

    Entre jaras, guijarros y chaparros, ¿qué iremos buscando?

    Nos adentramos en los pinares y buscamos un arroyo en la umbría. En los últimos días no ha llovido y aquí se ha podido mantener cierta humedad que facilite la salida de algunas especies de setas y hongos. Entre jaras, guijarros y chaparros, ¿qué iremos buscando?, nuestra intuición tiene su recompensa con el descubrimiento de algunos excelentes huevos de amanita cesárea (37de los cesares, huevo de rey, muy apreciada y para sibaritas en ensalada con angulas). Su color anaranjado es muy peculiar, pero hay que recordar que bajo ningún pretexto puede confundirse con amanita muscaria (2:  seta de los enanitos, muy tóxica).

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    Amanita muscaria (muy tóxica).

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    Suillus granulatus.

    También encontramos boletus  aereus (4: hongo negro, miguelitos, muy apreciado, aunque no tanto como el edulis 6 : carpacho con marisco), en este caso más secos, aunque alguno es bastante reciente.  Otro tipo de boletusimpolitus, de poros amarillos, comestible pero poco apreciado y amanitas vaginata de tono marrón y sin anillo, comestible pero que ha de cocinarse para eliminar una toxina que provocaría anemia si se consumiera cruda. Una seta muy abundante, el suillus o boleto viscoso, de diferentes variedades, con o sin anillo, como el granulatus (1), comestibles si se les quita la cutícula o capa que envuelve al sombrero y los poros o esponja que tiene por debajo. En este trayecto andamos alrededor de 1 km. 

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    Amanita cesárea.

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    Boletus aereus.

    Ya en el Majal es impresionante la cantidad de suillus (1) y de unas setas blancas y grandes

    Cambiamos de zona y nos orientamos al sur. Encontramos algunas amanitas cesáreas, abiertas y secas y… decidimos trasladarnos para investigar otros lares. Pasamos un precioso caserío rodeado de jaras, donde los paisanos pelan almendra a mano, y llegamos a las faldas del Navazuela. A partir de aquí el terreno cambia y lo que antes era acido o silíceo ahora se hace básico o calcáreo, influyendo en el tipo de plantas y su asociación con variedades de setas.

    Ya en el Majal es impresionante la cantidad de suillus (1) y de unas setas blancas y grandes, crecen también en corros, que parece que se les cayera del sombrero trozos de lana blanca, amanitas ovoideas (5: huevo blanco, barbada, blanquera, fariñera), una variedad comestible de joven, pero poco apreciada y que de viejas huelen a pescado pasado (seta=septicus, que pudre o podrido).

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    Amanita ovoidea.

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    Boletus edulis.

    Al pasar Majahueca buscamos en los Guijarrales y un solitario níscalo es el botín de nuestra investigación, que repartimos entre los tres buscadores en el Segoviano de Alcadozo, junto con unas cuantas cesáreas muy bien elaboradas y un forrete a la brasa. En este tramo sobre 4 kms, que hace un total de etapa de 6,5 kms. que, dadas las circunstancias y el aviso del dedo dolorido, está bastante bien.

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