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Dos andarines de Diario Sanitario nos aventuramos a poner los pies entre la Comunidad Valencia y Albacete, entre Jalance y Villa de Ves, para hacer una ruta circular de algo más de 15 kilómetros que nos lleve hasta el Castillo de Don Sancho. Era una asignatura pendiente después de ‘coronar’ en otras ocasiones la central de El Molinar e incluso las inmediaciones de la Cueva de Don Juan.
- “El Castillo de Don Sancho, tal como se observa en la actualidad, es una gran muela de roca caliza y otros materiales sedimentarios. Es una formación erosionada por el agua del rio Júcar. Esta escarpada mole se alza unos 50 metros sobre el lecho del río y 464 metros sobre el nivel del mar”. (Descripción del blog olmodevilladeves).
- Distancia: 15,21 km.
- Desnivel positivo: 518 m.
- Dificultad técnica: moderada.
- Desnivel negativo: 518 m.
- Altitud máxima: 831 m.
- Altitud mínima: 406 m.
- Tipo de ruta: circular.
Quince kilómetros entre los términos de Jalance y Villa de Ves
El equipo está mermado, con dos bajas y dos trabajadores incansables, pero La Multimedia y La Brújula nos aventuramos hasta el Castillo de Don Sancho, un accidente del paisaje inaccesible para nosotros, pero que vemos cómo se levanta majestuoso rodeado por el Júcar.
Hemos sido fieles a nuestro lema: Frente al sedentarismo, senderismo. Pero demasiado imprudentes. Unas temperaturas de octubre propias de finales de agosto hacen que la subida desde la zona de El Molinar sea titánica.
Sin embargo, tenemos que decir que esta ruta del Castillo de Don Sancho, para hacerla sin calor, es espectacular. Dejamos el enlace de Wikiloc para que avezados senderistas encuentren la senda que nos llevó hasta nuestro destino acompañados por el discurrir del río, con unas vistas de película.
Cuevas, ruinas, naturaleza salvaje, águilas y cabras nos acompañaron durante un recorrido que podríamos calificar de suave hasta que llegamos a la central. De hecho, quien quiera evitar la subida que nos fundió puede regresar sobre sus pasos a partir de este punto.
El Molinar, cuya construcción vemos sin poder acceder, porque tenemos el río entre medias, marca un antes y un después en la ruta. Paramos a comer medio bocadillo mientras observamos la vieja construcción y nos lamentamos por el calor que nos espera. Menos mal que el ruido de una fuente natural nos lleva hasta nuestra salvación. Nos empapamos y empezamos una subida que se convierte en un infierno. Las paradas a la sombra de los pinos, observando un paisaje de inmensas arboledas, nos dan fuerzas mientras planea ‘la pájara’.
Para el recuerdo quedarán la niebla de la mañana, la agradable temperatura del principio, una impresionante cueva que parece La Petra de la zona, el majestuoso Castillo de Don Sancho y la infernal subida hasta el collado que nos conduce de vuelta al coche.
Una ruta para repetir
Cómo habrá sido la experiencia, que prometemos volver sin calor y, por una vez, paramos en Los Gabrieles de Casas de Ves para hincharnos a refrescos. Es tal la deshidratación que no podemos ni comer. Pero qué ruta, qué vistas, qué paisaje, qué fauna y qué flora. Cómo seremos de insensatos, que repetiríamos, aunque acabásemos de nuevo, bajo la sombra de un pino, dudando si las piernas responderán hasta el punto de partida.
