• La histórica ruta de Castellar de Meca

    El Autor

    María Quintanilla

    Senderista del grupo Sosquil

    Los andarines de San Pedro, conocidos como Los Sosquiles, saltan de Albacete a Valencia para una ruta senderista por el Castellar de Meca, en la vecina Ayora, muy cerca de Alpera. Esta famosa ruta recorre los principales rincones del yacimiento íbero del poblado de Castellar de Meca, declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. Con una extensión de 15 hectáreas, esta ciudad ocupó la parte más septentrional de la Sierra del Mugrón.

    📷 Fotografías: José Antonio Tolosa Carrión

    Los andarines de San Pedro, conocidos como Los Sosquiles, saltan de Albacete a Valencia para una ruta senderista por el Castellar de Meca

    Nos encontramos en el aparcamiento del poblado a la hora acordada. Poco a poco, vamos llegando y tras el encuentro y saludos de rigor, comenzamos la ruta. Aprovecho los primeros pasos para introducir a mis compañeros, en el contexto histórico íbero.

    Atravesamos un pequeño pinar y enseguida llegamos a las primeras pendientes zigzagueantes. Superadas, nos reagruparnos, pues en este punto, tenemos que atender a la zona de nuestra izquierda donde a los pies de un pequeño cerro testigo, algunos historiadores y arqueólogos sitúan la necrópolis íbera de Castellar de Meca (no encontrada todavía).

    A nuestra derecha, se levantan imponentes los cortados occidentales del poblado (defensas naturales), y a nuestros pies, los primeros restos de viales de acceso, en este caso, el proveniente de Almansa.

    La Fuente

    Desde este momento, comenzamos a seguir el camino marcado por las rodadas, en el que confluirán los procedentes de Alpera y San Benito. Dejamos a nuestro paso la fuente de Meca, una formación rocosa de la que mana un pequeño hilo de agua. Todavía hoy sirve de abrevadero para rebaños, sin ir más lejos, como el que en esos momentos pace bajo la ladera de la Cueva del Rey Moro, al que inevitablemente alteramos en nuestro avance, provocando su desbandada.

    Ajeno a todo, y familiarizándose con el mundo, un pequeño cordero recién nacido nos roba el corazón. Detenemos nuestra marcha por unos minutos para ceder el paso a las inseguras ovejas, que siguen descendiendo, aprovechando el momento para indicar la posición de un aljibe.

    Continuamos el camino enfilando hacia la vaguada, percibiendo el desnivel, al cabo de un poco, encontramos a nuestra izquierda una zona de confluencia con otro camino que se une al que llevamos en una pronunciada curva de 180°.

    A las puertas de la ciudad

    No muy lejos, las puertas de la ciudad, donde podemos apreciar cómo estarían flanqueadas por dos torres, quedando testimonio del asedio romano, en los sillares que de forma perpendicular, sellaron la ciudad (sobre los cuales, no hay rodadas).

    Finalmente, hacemos una pequeña parada en esta zona para explicar los conocimientos que los íberos tendrían sobre el arte de atacar y saber defenderse (poliorcética helenística), aprovechando la visión de la muralla (sillares ciclópeos) de 140 metros de longitud, que desde las puertas de la ciudad se extiende de forma semicircular hasta un saliente de roca en la zona norte, lugar que contaría con una torre defensiva adelantada.

    Los andarines de San Pedro, conocidos como Los Sosquiles, saltan de Albacete a Valencia para una ruta senderista por el Castellar de Meca

    Camino Hondo

    Volvemos sobre el camino, en este lugar, comienza a “encajonarse”. Es el tramo conocido como Camino Hondo, donde sorprendentemente las paredes se alzan más de cuatro metros, logrando suavizar el desnivel, facilitando con ello la circulación de los innumerables carros, que a lo largo de los siglos transportaron mercancías, y donde, a su vez, podemos apreciar oquedades en las partes inferiores, usadas para atravesar maderos que servirían para descanso y respiro a los animales de tiro.

    Saliendo de este tramo y dejando de lado el camino principal, viramos hacia la izquierda yendo al encuentro de las murallas defensivas orientales, donde se estima que habría una torre y desde donde apreciamos el istmo que sirve de unión natural entre la Sierra del Mugrón y este espolón occidental sobre el que está enclavado el poblado. Hacemos un alto para avituallarnos al abrigo de una de las estancias del poblado.

    Repuestas las energías, bajamos hacia la poterna oriental, que serviría de puerta de control de acceso al poblado. Esta nos conduce hasta el istmo, donde nos detenemos y observamos el foso vertical excavado en la roca, para hacer más inexpugnable esta defensa.

    Sierra del Mugrón

    Atravesamos el istmo y llegamos a la Sierra del Mugrón propiamente hablando. Así, veremos la vertiente del valle de Ayora y de San Benito, y el poblado de Meca en perspectiva.

    Volvemos sobre nuestros pasos hacia el poblado y retomamos el camino principal. Encontramos a uno y otro lado con estancias habitacionales, íberas y más tarde islámicas, así como diversos aljibes y silos (112 contabilizados). Pero la capacidad cúbica del conocido como Trinquete, nos sorprende, al igual que el Gran Cruce.

    En la Acrópolis, se aprecian restos de una muralla que delimitaría la zona noble de este oppidum y que posiblemente tras la conquista romana pasó a ser un castellum (hay fuentes que hablan de la presencia de restos de mosaicos).

    📍 Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc

    Es el momento de ir haciendo la vuelta, dejamos para otra ocasión la visita a la Cueva del Rey Moro (abrigo- santuario). Bajamos hacia las escaleras talladas en el siglo XX, no sin antes hacer una parada en otro de los depósitos de mayor capacidad.

    Agradezco enormemente la participación e interés de los 33 Sosquiles en esta ruta histórico- cultural. Mención especial a Lin, a quien esperamos y animamos en su recuperación.

    ➡️ Tiene otras rutas en la sección ‘Senderismo’

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