• Una ruta con vistas desde Charco Lobo

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Dentista y psicólogo

    Esta semana teníamos en mente la cuerda del Apedreado, pero la alerta por fuertes vientos nos quita la idea de la cabeza para regresar a Balsaín, pero desde la aldea de Charco Lobo. Fieles al lema ‘Frente al sedentarismo, senderismo’, cinco andarines de Diario Sanitario vamos ‘jubilosos’. Hay un sexto al que la obligación ha dejado en tierra, pero lo tenemos presente.

    Breve en kilómetros, pero intensa

    Salimos con el último bocado, a las 14.30 horas, con “sus más y sus menos”. También como novedad, nos acompaña El Innombrable, pero sospechamos que es porque el fútbol no está a la altura. Así, los cinco cogemos dirección Tobarra desde Albacete con las conversaciones propias en el grupo, desde terapia de pareja hasta tonterías varias.

    Llegamos a la Venta de Patagorda y de ahí por un camino pasamos por las Casas del Conde de Bernabejos hasta llegar a la aldea de Charco Lobo, donde dejamos el coche. Nos encontramos con un tractorista muy amable que nos cuenta lo difícil que es producir algo con la sequía. Su hermano Eloy y él tienen estos campos arrendados para la agricultura y la ganadería ovina.

    Tras ponernos las botas, algunos, otros las hemos olvidado con “los más y los menos”, emprendemos la marcha hacia la Rambla de los Charcos, que separa las dos partes de las Cuerdas de Balsaín. Desde ahí, comenzamos a subir hacia el suroeste viendo a un lado y otro las dos aldeas, la de Arriba y la de Abajo, una en uso todavía y la otra totalmente abandonada y derruida.

    Conforme ascendemos, llegando cerca de los 900 metros de altura, el aire va arreciando hasta hacerse casi insoportable, pero compensa un día de San Antón soleado y sin frío. Coronaremos la cota 959, lo que nos lleva a disfrutar de las vistas del Berrueco, Calzada, Chortal, Ontalafia, los Búhos, La Losa, Abenuz, Entresierras, Cid, Apedreado, Vecino, Las Anorias y muy a lo lejos se divisa Mompichel entre la bruma.

    Una tarde de viento y sol

    Un día de San Antón

    Hace tanto aire que apenas podemos hacer fotografías por miedo a que se nos vuelen los móviles, por lo que buscamos un refugio para tomar el té. El sol, las vistas de campos, montes y pinadas, la compañía y las risas nos confirman que si podemos hacer esto un miércoles qué más se puede pedir.

    Finalmente, emprendemos la bajada campo a través por la cara oeste, entre pinos, carrascos, romeros, algunos en flor, y abundantes matas de esparto, nuestro más fiel compañero, con el que, bien agarrados, somos capaces de descender hasta el infierno.

    Y así descendemos los cinco juntos, con algún culetazo amortiguado por el romero, hasta llegar al Camino de las Quebradas. Pero aquí el grupo se divide, unos que quieren hacer “cardio” cogen las de Villadiego y se adelantan raudos como centellas, otros en medio y alguna que lleva motor diésel de los antiguos Perkins queda un poco más retrasada.

    Eloy, su hermano y la vida que se abre paso

    📍Puede consultar la ruta en Wikiloc

    Cuando avistamos la aldea y el final de la ruta, llega lo que nos faltaba, la lluvia, momento en el que aparecen Eloy y su hermano, en la furgoneta, con dos cabritos recién paridos y la madre, que nos hacen sacar los móviles para inmortalizar la escena. Nos hablan de las carreras de Pétrola y de Atilano, lo que nos lleva a constatar que el mundo es un pañuelo.

    Cuando nos damos cuenta arrecia el agua y uno de los andarines ha seguido haciendo su propia carrera. Al llegar al coche nos lo encontramos al pie de una pared de la aldea protegiéndose de la lluvia. El Innombrable, a pesar de llevar tiempo sin salir con nosotros a andar, sigue conservando su sonrisa en la cara y su dureza en las piernas, pues anda que se las pela.

    Final de ruta con la tortilla de Llanos

    Hemos llegado sobre las 18.30 horas. Menos de tres horas, lo que nos ha librado de calarnos hasta los huesos, como nos pasó en Hoya Gonzalo. Han sido unos 7,4 kilómetros con un desnivel de 210 metros. Un recorrido fácil, con buenas vistas para pasar la tarde del miércoles sin más pretensiones que disfrutar del campo y de la compañía. Coche, camino, autovía y merienda en ‘El Cascorro’ de Pozo Cañada, con la tortilla de Llanos, pero esta vez sin erotismo.

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