• La epidemia de ‘buena voluntad’

    El futbolista Andrés Iniesta, las costureras de EPIS Solidarios, los estudiantes de Enfermería y Medicina, los residentes, los ingenieros de Alatoz, los colegios profesionales, la Fundación Biotyc, la Diócesis de Albacete, la Real Asociación Virgen de Los Llanos, el equipo de la Cúpula de Oxígeno, la Universidad de Castilla-La Mancha o quienes donaron sus máscaras de buceo. Marzo trae los malos recuerdos de una sanidad colapsada y de unos dirigentes ocupados en la propaganda, pero también vienen a la memoria cientos de imágenes de voluntarios que hicieron lo imposible por proteger al personal sanitario e impedir que los pacientes se ahogaran esperando un respirador.

    Un antes y un después en todos los sentidos

    El 17 de marzo un grupo de médicos se unió en Albacete en busca de soluciones para lo que ellos auguraban que iba a ser un desastre. Querían adelantarse a un colapso sanitario que, si bien la Gerencia albacetense no veía, ellos consideraron inminente. Son los padres del proyecto «Cúpula de Oxígeno», quienes no dudaron en apoyar a los ingenieros de Agrotec en cuanto dijeron que tenían un prototipo de respirador, pero también quienes diseñaron un hospital de campaña que nunca se llevaría a cabo.

    A partir de ahí, todo se precipitó. El valiente vídeo de las enfermeras de Urgencias, el reportaje de Euronews y mensajes virales, como el del Dr Peyró, advirtiendo de que en Albacete se morían los pacientes en los pasillos de Urgencias, abrieron los ojos a quienes estaban en sus casas confinados. Llegaron las donaciones de agua, porque ni eso tenían los pacientes que ardían de fiebre, pero también el futbolista Andrés Iniesta se las ingeniaría desde Japón para que llegaran camas y material de protección.

    Incluso el presidente del Colegio de Médicos, Miguel Fernando Gómez Bermejo, escribió al consejero de Sanidad, Jesús Fernández, para advertirle que los pacientes estaban tirados en los pasillos de Urgencias, pero éste insistía una y otra vez en que sobraban camas.

    Hasta los famosos sacos de Mantillo fueron una donación que si bien no era lo ideal, supuso un gesto altruista que también protegió. Asociaciones, desde Acepain Hasta Stop Ceguera donaron lo que tenían, desde mascarillas para las residencias hasta respiradores. Respondieron los podólogos, los odontólogos e incluso llegó material de las clínicas veterinarias.

    Cúpula de oxígeno

    Y es que, desde un segundo plano, personas que no deberían quedar en el olvido se desvivieron por una sanidad que en la primera ola hizo aguas desde el principio. Así, los padres del proyecto Cúpula de Oxígeno pudieron salvar vidas, pero, aunque el Ayuntamiento de Albacete los apoyó, la última palabra la tuvo una Consejería de Sanidad que no dio el visto bueno al hospital de campaña para Albacete.

    Mientras las imágenes de jefes de servicio como Tomás Segura, Ramón Peyró desde Albacete o la Dra Gudín desde Ciudad Real volaban de teléfono en teléfono, junto con el vídeo en el que una enfermera reconocía que no había ni balas de oxígeno suficientes, cientos de manos reaccionaron y se armaron de buena voluntad.

    Buena voluntad que tuvo un personal sanitario que trabajó sin protección y sin mirar al reloj, así como las empresas, fundaciones, asociaciones y particulares que hicieron lo que estuvo en su mano. Hasta hubo centros de salud que se armaron con máquinas de coser y dieron forma a pantallas protectoras con carpetas. No hubo respiro para ningún servicio, desde Microbiología hasta Cuidados Intensivos, Anestesiología, Medicina Interna, Urgencias o Neumología.

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    Manos de todos los rincones

    Alejo Felipe Sánchez Belmonte quedará en el olvido, pero su papel fue crucial para adaptar la máscaras de buceo. Tampoco se debe olvidar el trabajo de los ‘Siete magníficos de la Universidad‘, una institución que donó todo lo que tenía, se organizó como pudo para las impresiones 3D y se ofreció para mitigar la situación de las residencias de ancianos.

    Cofradías, como las de Tobarra, asociaciones de amas de casa como la de Munera, Protección Civil, Cruz Roja u hospitales murcianos. Mientras gerentes negaban a nivel nacional lo que estaba pasando, los voluntarios agudizaron el ingenio y la buena voluntad.

    Hemeroteca

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